Yo soy libre como el viento, / pero tengo dignidad, / adoro la libertad, / con todo mi corazón.
Fragmento de una canción chinaca. Siglo XIX.
El origen de los chinacos y la etimología del nombre
Los famosos chinacos, los guerrilleros que pelearon contra las tropas americanas en la Guerra de Intervención de 1847, y contra los franceses en la guerra invasiva de 1864, fueron hombres del pueblo que no debemos confundir con los llamados "charros". Su extracción era humilde, y solían emplearse en las haciendas de los ricos colonos españoles que empezaron a proliferar desde los inicios de la Nueva España.
Así pues, los chinacos tienen su origen en el virreinato. Durante el período colonial de México, una de las tantas castas que existieron, los mestizos –con tres cuartas partes de sangre india y una africana-, trabajaban como sirvientes, cargando cosas pesadas y llevando a cabo tareas que requerían un fuerte esfuerzo físico. Estos hombres fueron conocidos con el nombre de "chinos", a causa de su pelo que frecuentemente era rizado y no porque provinieran de China. Con el paso del tiempo, el apodo de "chino" se convirtió en "chinaco", como les llamaban los criollos (descendientes de padres españoles asentados en México) y los españoles colonizadores. Ya no importaba entonces con cuanto porcentaje de sangre india contaran.
Sin embargo, para otros investigadores del tema la palabra "chinaco" proviene del náhuatl tzinacan, que significa murciélago, porque era frecuente que salieran a luchar contra el enemigo por la noche, y que por el día se escondiesen en cuevas o grutas secretas, a la manera de los murciélagos.
Los chinacos montan caballos
Los mestizos libres del inicio del virreinato y principios del siglo XVII, tenía el derecho de montar en caballos, mismo que se les había negado hasta entonces, pero como se hacía necesaria la mano de obra de los mestizos en las haciendas ganaderas, el virrey Luis de Velasco y Ruiz de Alarcón en el lapso de 1550-1564,y segundo virrey de la Nueva España, dio permiso para que los mestizos trabajadores de la Hacienda de San Javier, en Hidalgo, pudiesen montar caballo con silla, freno y espuelas. Poco a poco el uso del caballo se fue extendiendo entre los mestizos que trabajaban en otras haciendas.
Así pues, para finales del virreinato los chicanos podían poseer caballos con todos sus avíos, y se habían convertido en hábiles jinetes, que podían pasear a sus "chinas" en sus cabalgaduras, las mujeres por excelencia de los chinacos.
La vestimenta y avíos de los chinacos
Los chicanos llevaban un sombrero de alas anchas, calzón de manta que cubría un pantalón de gamuza, abierto por los lados externos que se abrochaba con botones y mostraban tablones de tela ligera; portaban una ancha faja a la cintura, chaquetilla de corta con hombreras externas, y un paliacate que se colocaban en la cabeza, a la manera que nos muestran los retratos de José María Morelos y Pavón. Para protegerse del frío usaban un sarape, muy similar al campero de Andalucía. Nunca un chinaco podía pasársela sin llevar una reata de ixtle que le permitía controlar al ganado y, cuando peleaba, siempre utilizaba una lanza.
La montura que empleaban los chinacos estaba elaborada con cuero, era un bello producto de la talabartería; llevaba cincho (faja de cuero), arciones (correa que pende del estribo) bastante amplias y un fuste (armazón de la silla de montar). La silla de los chinacos se caracterizaba por llevar por detrás de la "teja", los llamados "vaquerillos" consistentes en dos piezas de piel, preferentemente de cabra, que servían para que el chinaco se tapara la espalda cuando lo sorprendía la lluvia; o bien, los vaquerillos servían de adorno para engalanar la montura, derivada de la española y de la árabe.
Los chinacos: guerrilleros de las luchas armadas de México
En la Guerra de Independencia de 1810, en la que combatieron los insurgentes y los trigarantes leales a México, contra las tropas realista españolas, comandados por Miguel Hidalgo y Francisco Xavier Venegas de Saavedra (sustituido posteriormente por Félix maría Calleja), respectivamente, la figura de los chinacos estuvo presente en muchas de las batallas que se llevaron a cabo, como guerrilleros populares, tan importantes en esta lucha independentista. Es conocido que el dirigente insurgente José María Morelos y Pavón gustaba de usar el traje de chinaco por encontrarlo cómodo y bonito, además de patriótico.
Por otra parte, en la guerra que conocemos como la intervención Norteamericana en México que duró de 1846 a 1848, provocada por la anexión de Texas a los Estados Unidos, y que culminó con el vergonzoso Tratado de Guadalupe Hidalgo, que costó a México la mitad de su territorio, los chinacos estuvieron al pie del cañón al mando de comandantes de la talla de Mariano Paredes, Mariano Arista, y Nicolás Bravo, entre otros más, siempre defendiendo las causas justas con sus tácticas netamente guerrilleras.
Asimismo, los chinacos estuvieron presentes en la Guerra de Reforma, llamada la Guerra de los Tres Años, que abarcó del 17 de diciembre de 1857, hasta el 1° de enero de 1861, conflicto en que se enfrentaron el bando liberal juarista contra el bando conservador. Esta guerra culminó con la victoria de los liberales y la entrada de Benito Juárez a la Ciudad de México. La participación de los chinacos fue destacada, aunque muchos cambiaban con frecuencia de bando: unas veces luchaban con los liberales y otras con los conservadores.
Durante la guerra contra las tropas francesas de Napoleón III, empeñado en sostener en el imperio a Maximiliano de Habsburgo, los chinacos pelearon en el ejército mexicano, hasta la derrota del emperador, y demostraron su tremenda valentía.
Un artículo aparecido en el Monitor Republicano del 24 de diciembre de 1862, relata la manera en que los chinacos ejercían su oficio de guerrilleros:
Nuestros guerrilleros pueden formar lazada con las dos extremidades o puntas de cada reata, y colocar la lazada a la cabeza de la silla. Cada par de guerrilleros tiene lo suficiente con una reata. Dos, tres o más pares de ellos pueden ir sobre los grupos franceses, que serán desbaratados rápidamente. La manteada debe ser soberana, y no dejará parado, sino muy maltratado, al grupo o grupos. Aconsejamos a nuestros intrépidos guerrilleros que pongan en práctica estas manteadas. Ellas los libran de la punta de las bayonetas francesas, y en el galope o carrera de nuestros caballos, no es fácil que las balas causen mal. Les aconsejamos que hagan lazada a cabeza de silla, y que no amarren a muerte, para que en un caso necesitado puedan desprender la lazada de la cabeza de la silla. Aún en el caso de que los caballos queden sin jinete, por si pueden tener lugar las manteadas, si los caballos siguen corriendo sobre el enemigo, lo cual puede conseguirse con caballos que busquen la querencia, como dicen algunos campiranos.
En el periódico La Chinaca. Periódico escrito única y exclusivamente para el pueblo, que empezó a publicarse en 1862, apareció la letra de la "Marcha de la Chinaca" que empezaba:
A la armas chinacos, / nadie os meta los tacos. / Traca raca traca / Avance la Chinaca / ¡Ea, Chinaca! / Traca raca traca / A vengar con la vida / a la Patria querida / Hundiendo en sucia KK / a Pamuceno Traidor, / Traca,traca, traca / Nos espera valiente / Nuestra tropa en Oriente, / su ira sólo se aplaca / Matando al invasor / Traca, raca, traca / tendámonos las manos / Los buenos mexicanos, / Que no haya toma y daca / Lo que pasó pasó. / Traca raca, traca…
Los chinacos desaparecen
A partir de 1870, los chinacos comenzaron a desaparecer, pues las defensas nacionales adquirieron otro carácter con el cual se tratada de imitar a los ejércitos europeos del siglo XIX, y, sobre todo, al ejército de los Estados Unidos de Norteamérica. Con el gobierno de Porfirio Díaz las tropas de a caballo dejaron a un lado el machete, la lanza y la reata, para sustituirlas por armas de repetición y por ametralladoras. Fue la desgracia de los chinacos y de otros muchos guerrilleros de a caballo, como Albino García el Manco de Celaya, Nicolás Romero, Félix Bernal, y los hermanos Villagrán, por mencionar solamente a algunos.
Los "cuerudos" de Apatzingan
Renuentes a desaparecer del todo ha quedado un vestigio de los antiguos chinacos en las Defensas Rurales de la región de Apatzingan, en Michoacán, que con el tiempo llegaron a ser lo que conocemos ahora con el nombre de los "Cuerudos de Apatzingan", que destacaron en los años cincuentas y setentas, pero que aún son conocidos en el mundo entero.
Los jinetes "cuerudos" surgieron para combatir la delincuencia, y para mantener el orden en la zona de Tierra Caliente en la época anterior a la Independencia de México. Deben su nombre al traje que usan, elaborado de cuera de venado que les permitía aguantar el frío de las sierra cuando se encontraban en combate. Más tarde, los "cuerudos" participaron en la Revolución Mexicana, y después se anexaron al Ejército Mexicano como Cuerpo de Caballería de Defensa Rural.
El traje de los cuerudos es igual, o al menos muy parecido, al de los antiguos chinacos, pero sin los laterales de los pantalones abiertos y con tela plisada. Aún se les puede ver en los desfiles conmemorativos del 16 de septiembre en Apatzingan y en la Ciudad de Morelia. Nos preguntamos si el mítico Juan Colorado no sería uno de los "cuerudos de Apétzingan", cuando afirma en su corrido que: Ya se va Juan Colorado, / Ya los vino aquí a saludar / Y el que me busque me encuentra / Por el rumbo de Apatzingan.
Blog de la autora: Komoni
*Imagen: pintura al óleo del siglo XIX de batalla de chinacos a caballo