En esta época la felicidad se nos vende como un estado perenne. Uno es o no feliz, aunque esta concepción de la misma, más bien formada por la publicidad, no es más que un invento pos moderno. En muchas culturas se ha concebido que la felicidad es un estado en el que también pueden caber otras emociones, como la tristeza, el enojo, la frustración.
Es decir, una vida feliz no está exenta de “malos” momentos; así es simplemente la vida. Anteriormente compartimos un artículo sobre Lo que los mexicas pueden enseñarnos sobre la felicidad y el buen vivir, en el que llegamos a la conclusión de que esta civilización sabía que la Tierra era un lugar en el que se experimentaba sufrimiento, pero ello era tomado naturalmente. Y tener claro lo anterior no significaba que la aventura de vivir no valiese la pena, o que no tuviésemos herramientas al alcance para tener una buena vida.
La anterior filosofía es manifiesta en su literatura, como en algunos poemas de Nezahualcóyotl que hablan de lo efímero de este mundo, aunque exaltando su belleza. También en sus lineamientos educativos, o en la filosofía de los sabios.
Otro episodio registrado sobre esta manera de entender la vida, como un lugar de gozo, pero también de tristezas y obstáculos, está plasmado en el Códice Florentino que Fray Bernardino de Sahagún recabó gracias a informantes nahuas, cuyas anotaciones incluso están escritas en este idioma. Se trata de un relato dirigido por parte de un padre a una hija. Este nos hace cuestionar el superficial entendimiento contemporáneo sobre la felicidad como un estado perenne. En el siguiente fragmento, se habla más bien de una construcción para el vivir bien, y vivir la vida con sus agri dulces eternos, que mucha belleza hay en ello:
En español:
Aquí estás, mi hijita, mi collar de piedras finas, mi plumaje de quetzal, mi hechura humana, la nacida de mí. Tú eres mi sangre, mi color, en ti está mi imagen. Ahora recibe, escucha: vives, has nacido, te ha enviado a la tierra el Señor Nuestro, el Dueño del cerca y del junto, el hacedor de la gente, el inventor de los hombres.
Ahora que ya miras por ti misma, date cuenta. Aquí en la tierra es de este modo: no hay alegría, no hay felicidad. Hay angustia, preocupación, cansancio. Por aquí surge, crece el sufrimiento y la preocupación.
Aquí en la tierra es lugar de mucho llanto, lugar donde se rinde el aliento, donde es bien conocida la amargura y el abatimiento. Un viento como de obsidianas sopla y se desliza sobre nosotros.
Dicen que en verdad nos molesta el ardor del sol y del viento. Es este lugar donde casi perece uno de sed y de hambre. Así es aquí en la tierra.
Oye bien, hijita mía, niñita mía: no es lugar de bienestar en la tierra, no hay alegría, no hay felicidad. Se dice que la tierra es lugar de alegría penosa, de alegría que punza.
Así andan diciendo los viejos: “para que no siempre andemos gimiendo, para que no estemos siempre llenos de tristeza, el Señor Nuestro nos dio a los hombres la risa, el sueño, los alimentos, nuestra fuerza y nuestra robustez y finalmente el acto sexual, por el cual se hace siembra de gentes”.
Todo esto embriaga la vida en la tierra, de modo que no se ande siempre gimiendo. Pero, aun cuando así fuera, si saliera verdad que sólo se sufre, si así son las cosas en la tierra, ¿acaso por esto se ha de estar siempre con miedo? ¿Hay que estar siempre temiendo? ¿Habrá que vivir llorando?
En náhuatl:
Ca nican tonca in tinopiltzin, in tinocozqui, in tinoquetzal, in tinotlacachiual, in tinotlatlacatilil. In tinezyo, in tinotlapallo, in tinoneiximachiliz.
A axcan tía xic cui, tía xic caqui: Ca otiyol, ca otitlacat, ca omitz almiualli in Totecuio, in Tloque Nauaque, in techioani, in teyocoyani in tlalticpac.
An axcan ca ye timotlachialtia, ca ye titlachia: In ic yuhcan, ca amo avialo, ca amo vellamacho. Ca toneua, ca chichinaco, ca tla-ciaua. Ca ompa on quiza, timalivi in in toneviztli, in chichinaquiztli.
An axcan in tlalticpac techochoctican, teellelaxitican, cococ teupouhqui macho. Auh itztic cecee ehecatl quiztoc, mopetzcotoc.
Nelli mach in tetech cecevi in tonalli, in hehecatl. Auh amicoyan tecuciooayan: za zan niman ie yuhea in.
Vel xic caqui, nochpuchtzé, nopiltzé: A yeccan in tlalticpac, amo pacoia amo vellamachoia. Zan mitoa ciuauhca pacoian, chichi-naca pacoian in tlalticpac.
Yuh conitotiui in vevetque: “In ic amo cemicac tichocatine-mizque, in ic amo titlaoculmiquizque in timaceualtin, yehuatl tech-momaquili in Totecuyo in vetzquiztli, in cochiztli, auh in ye tona-cayutl, in tochicauaca, in touapauaca, auh yequene ie yehoatl in tlalticpacayotl, in ic nepixolo.
Muchi quivinti in nemiliztli in tlalticpac, in ic ayac chocati-nemi. Auh mazo yuhcan, mazo nellivi, in yuh tlamani in tlalticpac, cuix ic caco, cuix ic nemauhtilo? Cuix ic chocatinemoa?
Ca nemoa in tlalticpac, tecutica tlatocatica, piltiua, cuauhtiua ocelotiua. Auh ac in quitotica ca yuhcan in in tlalticpac? Ac in zan momiquiz iecotica? Ca tlaiua, ca nemitilo, necaltilo, tlatequi-panolo. Auh neciuatlanilo, tlapaliucatiua.
Auh in axcan, nochpuchtzé, tía vel xic caqui, tía xiquivianitta: Izca uncan in monantzin, in motecuiotzin, in ixillan, in itozcatlanpa otitzicueoac, otitlapan.
In mahan (noce) tixiuhtzintli, in mahan (noce) tiquiltzintli otiuali euac otixotlac oticuepon. In mahan noce oticochia, otiua-lizac.
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*Imagen: Códice Florentino