La autentica soldadera es la que va en las columnas pesadas, sin perder su carácter de mujer, de esposa, de madre y hasta de víctima. En las columnas volantes, la soldadera necesita masculinizarse completamente, en lo exterior y en lo interior: vestir como hombre y conducirse como hombre; ir a caballo, como todos, resistir las caminatas y a la hora de la acción demostrar con el arma en la mano que no es una soldadera sino un soldado.
Agustín Victor Casasola
Un país hundido en un conflicto armado durante 10 años es un lugar que adopta (con lo irracional que es) la guerra como una manera de vida… En este modus, naturalmente, participa la población y su cultura indistintamente de géneros, clase social, e incluso de edad (quizá la más aberrante de sus consecuencias).
En los 10 años que se prolongó la Revolución Mexicana, de 1910-1920, con el fin derrocar al régimen, aunque sobre todo para proveer de un pedazo de tierra a los despojados por siglos, las mujeres cumplieron un rol fundamental. Se trataba de un país colmado con machismo y prejuicios de parte, también de las mismas mujeres, a su propio género. Aún así, muchas de ellas tuvieron lugar no solo en el funcionamiento de las tropas, como el conseguir alimentos, también de las pericias militares que llevaron al triunfo a la Revolución en un país que parecía sedado por la injusticia.
Este artículo está basado en información de Andrés Reséndez Fuentes, diestramente presentada en su Mujeres de Campo de Batalla: Soldaderas y soldadas en la Revolución Mexicana. Reséndez hace una importante distinción entre las soldaderas y soldadas y sobre todo enfatiza en el papel decisivo del género femenino en la postergada pero final victoria de los revolucionarios. En ella, la astucia militar de algunas soldadas fue decisiva.
A las mujeres que participaron en la Revolución se les conoce generalmente como Adelitas; esta alusión es un estereotipo. La adelita fue un personaje vuelto un icono famoso por un corrido; este permeó la imagen de la mujer guerrera revolucionaria. Sin embargo existieron dos tipos de participaciones de la mujer en la Revolución: las soldadas y soldaderas (adelitas). Ningún grupo revolucionario luchó sin mujeres aunque sí las estructuró distinto.
La diferencia entre soldaderas y soldadas
Las soldadas generalmente pertenecían a una clase social más alta; debían tener su propio caballo, pues no estaba bien visto que el hombre fuese despojado de este. Mientras las soldaderas no se enlistaban oficialmente, las soldadas sí, y solo estas últimas tendrían la oportunidad de ascender de rango si mostraban destreza militar al participar en batalla. A las soldaderas no les era permitido cargar armas mientras que las soldadas debían tenerlas consigo. Las soldadas además de pelear también hacían otras hazañas peligrosas como espiar al enemigo. Las soldaderas, generalmente conseguían comida y cocinaban para los revolucionarios.
Soldadas famosas por su habilidad militar
Doña Juantia:
Fue la madre del líder revolucionario Alberto Carrera Torres. Tomó el pueblo de Tula y lo mantuvo durante algunos días de manera loable. Organizó también un grupo que conseguía municiones y alimento.
Rosa Bobadilla:
Una de las favoritas de los lectores de algunos periódicos estadounidenses, sus aventuras con su hijo comandando una caballería en Morelos fueron muy populares. Para 1915 alcanzó el rango de coronel y antes peleó bajo las órdenes de Francisco Pacheco. Fue famosa por su inflexible disciplina con las tropas que estaban bajo su comando.
Clara de la Rodia:
Hizo una conocida “tormenta” en la Casa de la Moneda en Culiacán y tomó el sitio durante algún tiempo.
La Coronela:
Carmen Parra es quizá la más conocida de todas. Inició con los maderistas en Casas Grandes y participó en la Primera Batalla de Ciudad Juárez.
Chepa Moreno y Dominga Ramirez:
La antropóloga Jane Holden Kelley aplicó largas entrevistas a estas mujeres yaquis que fueron primero soldaderas en el Ejército federal y luego se volcaron como revolucionarias.
Margarita Neri:
Fue otra celebrada guerrera del sur aunque fue más famosa por su crueldad. Tenía reconocidas habilidades militares.
La Güera Carrasco:
Curiosamente ella era muy adinerada, y se cree que, además de ser soldada, contribuyó económicamente al armamento de Juan Carrasco.
Carmen Vélez:
Peleó en Tlaxcala con sus propios hombres, que eran sus peones de hacienda.
Petra Herrera y Maria Cadena:
Llegaron a ser comandantes y tenían sus propios seguidores.
En la Prensa
Un corresponsal del New York Times apuntó en su momento que habían contado a los Carrancistas en los trenes y hasta la mitad eran mujeres.
El periódico The Sun reportó que habían mujeres que se sumaban por mero patriotismo a la lucha y existe una imagen reportada en Ciudad Juárez en diciembre de 1913 donde aparecían hasta 25 mujeres en caballos y cargadas con rifles.
Muchos observadores narraron que existían numerosas soldaderas de origen étnico, como Thord Gray, un americano, quien afirmaba que en las tropas Villistas y Carrancistas habían mujeres apaches, tarahumaras, tepehuanes, yanquis y mayos. Incluso los mayos y los yaquis fueron formados en los batallones.
Conclusiones
Reséndez Fuentes advierte que ni el periodismo, novelas, o corridos, concedieron, ni cercanamente, el crédito merecido a las soldaderas y soldadas. Así, mucho menos las historia las reconoce como parte del éxito en las estrategias bélicas.
Se estima que solo para 1913 había unas 200 mujeres soldadas en la totalidad de las fracciones revolucionarias.
Ellas vestían de hombre, soportaban hambre, sol, viento y vulnerabilidad, quizá más por la imperiosa cultura machista, que por la guerra misma. Curiosamente la mayoría de las soldadas fueron de clase alta. Fueron mujeres que, contra todo pronóstico, retaron estereotipos de género, y también de clases sociales y privilegios. Ello, es una suma, resulta en una valentía admirabilísima.