“Ideada originalmente como una serie de artículos, esta obra pretende ser el inicio de un proceso de rescate de la sabiduría original de México… Ojalá que este primer intento nos haga ver a todos los que habitamos en México, que detrás de la crisis del materialismo que vivimos, el espíritu pide renacer, y que es nuestra obligación darlo a luz.” Bajo esta inquietante premisa, el científico mexicano y explorador de la consciencia humana, Jacobo Grinberg Zylberbaum, nos introduce al primer tomo de una de sus obras más extraordinarias y sin embargo de la que poco se habla: Los chamanes de México. En esta realización de corte científico-documental, Grinberg nos explica, desde una perspectiva psicológica y ontológica, la experiencia chamánica; los poderes curativos, la clarividencia, pero también señala los medios por los que se logran estos resultados que básicamente son tres: la intuición o sensibilidad portentosa del chaman mexicano, su poder de voluntad y un optimismo envidiable.
Pocas veces aparecen figuras como Grinberg Zylberbaum, aquél lúcido psicólogo y científico que lo arriesgó todo (inclusive su carrera profesional) para engrandecer la figura del brujo curandero mexicano. Zylberbaum develó algunos análisis sobre la existencia de un espacio etérico que aguarda toda la información del universo, misma que interactúa frecuentemente con la mente para proyectar holográficamente la realidad. A través de su Teoría Sintérgica –donde nos dice que la consciencia es medible y por tanto existen diferentes niveles de ella para dibujar el exterior que percibimos–, así como su Teoría Dermoóptica –que explora la telepatía en niños mexicanos y cómo la piel puede ser un medio de transmisión de información–, confabuló a lo largo de su vida un aproximado de 5o libros y un Instituto Nacional para el Estudio de la Conciencia en México. Sus más célebres trabajos mantienen fricciones con ideas como la del orden implicado del físico cuántico David Bohm e inclusive de manera indirecta con el trabajo de campo del antropólogo Carlos Castaneda (ejemplo de ello es su fantástica obra: Pachita.)
Los Chamanes de México
Para acreditar su teoría sintérgica, Zylberbaum y un equipo de investigadores se introdujeron a las cátedras del día a día de curanderos famosos mexicanos como Don Lucio de Morelos, Doña María Sabina en Huautla, Doña Asunción en Hidalgo, Doña Licha de Puebla y la misma Pachita en la Ciudad de México. Resulta fascinante encontrarnos con textos como este, donde se desmenuza en finas hebras experienciales nuestra cultura endémica, o a palabras de Antonin Artaud: la “cultura eterna de México”, la que ha podido sobrevivir al modernismo al menos desde la más antigua de las civilizaciones mexicanas de las que se tiene registro, la tolteca. Zylberbaum se refiere a los chamanes mexicanos como algunas de las personas más desarrolladas del planeta, “psicólogos autóctonos” de los que deberíamos de servirnos de su brillantez antes de que terminemos por sepultarlos bajo la modernidad y el fuerte desapego de las nuevas generaciones a los conocimientos tradicionales de su propio linaje.
Más allá de entender que un chamán es un hombre que fusiona plantas psicoativas con la sacralidad, habría que recordarnos que no todos los brujos curanderos utilizan este medio para sanar. De hecho es menos común que encontrarse con quienes lo hacen a través de cantos, oraciones y un puñado más de hierbas e instrumentos considerados de ayuda para su metodología. Escribe Zylberbaum en esta obra, que “los chamanes parecen poseer una gran maestría en el enfoque de su factor de direccionalidad, siendo capaces de activar diferentes experiencias en distintas localizaciones del espacio y niveles de la realidad”. Asegura de igual forma que pueden catalogarse según la concepción que tienen de la realidad, lo que nos lleva de nuevo a su teoría sintérgica y los niveles de conciencia que puede alcanzar el ser humano dependiendo la técnica utilizada.
Los poderes del chamán según su linaje
Grinberg advierte, que según el “linaje” de cada pueblo es como sus chamanes desarrollan múltiples habilidades extrasensoriales. Algo así como “dones” desarrollados culturalmente que a la par distingue mediante un análisis neurocientífico de su nivel de conciencia. Dentro de esta selección de hombres y mujeres sabios nos podemos permitir imaginar:
Don Lucio
Este chamán estudiado y descrito en este libro, proviene del linaje de los Graniceros, o los ritualistas del rayo de México en el estado de Morelos. Don Lucio y otro grupo más de chamanes de la zona pueden controlar las condiciones atmosféricas, de manera que son capaces de sosegar, postergar o evitar desastres naturales. También se comunican con los “trabajadores del tiempo”, seres del mundo invisible que habitan en el espacio. Según este linaje, solo pueden comunicarse con ellos quienes hayan sido escogidos por estos seres. Y además deben pasar la prueba del rayo, que literalmente consiste en sobrevivir a la caída de uno sobre el cuerpo.
Doña Pachita
Oriunda de Parral en Chihuahua pero radicada en la Ciudad de México, su nombre real fue Bárbara Guerrero. Es la chamana-nahuala en quien Grinberg personalmente profundizó más, ahondando en su capacidad de afectar el espacio, la energía y la materia con la mente para sanar enfermedades. Explica que la mente es capaz de dar indicaciones al cuerpo de manera inconsciente (para indicar, por ejemplo, que debe mover un brazo y tomar un objeto o una pierna para caminar) y que de esta manera, brujos del nivel de conciencia de Pachita lograban darle indicaciones a cuerpos en el exterior para sanarlos a través de “milagrosas operaciones quirúrgicas” –En su libro Las manifestaciones del ser, “Pachita”, Grinberg relata a detalle estas operaciones invisibles. Plantea también la relación de este enigmático don con las curaciones que curanderos y líderes aztecas realizaban en la época precolombina; personas que fungían como mediums o instrumentos orgánicos para que seres espirituales pudieran encarnar en el mundo material y sanar a quien así lo pedía.
Doña María Sabina
De Huautla, Oaxaca. Es tal vez la bruja más famosa del misticismo mexicano, y la que dio a conocer las propiedades sanadoras de los hongos alucinógenos. Su don era el de acompañar e instruir a los viajeros psicodélicos en su búsqueda del yo interno, lográndolo a través de letanías y hermosos cantos. Según Grinberg, también poseía el don de decodificar el hipocampo del cerebro y esclarecer territorios difusos de la mente de sus pacientes, esto es que podía “ver el estado interno” de aquellas personas.
Don Iván Ramón
Originario de la Sierra de Oaxaca y habitante de la Ciudad de México. Este chamán, al igual que Pachita, entraba en trance para permitirse curar como un médium. Desde los cinco años, Don Ivan Ramón poseía una increíble sensibilidad que le permitía ser poseído por seres espirituales; tenía el don de percibir la vibra de las personas a través de sus dedos, al mismo tiempo que utilizaba un listón que tan solo tocarlo, le ayudaba a enviar mensajes al “ser espiritual” y éste le daba una señal de si la persona podía ser curada o estaba destinada a morir. Según fuera el diagnóstico superior era como elegía el tratamiento y los ingredientes a utilizar para la sanación. Don Ramón también poseía el don de exorcizar, lo que muchos chamanes alrededor de México conocen como “desalojo”.
Cada uno de estos chamanes lograron una preparación envidiable. Penetrar áreas de sí mismos que en el cerebro humano usualmente se encuentran bloqueadas –intransitables para cualquier humano de nivel de consciencia promedio– para ayudar a otros, es tal vez el don más admirable que estos psicólogos autóctonos de México nos han enseñado con humildad a lo largo de los años. Y aquí seguirán. Permaneciendo, como viejos libros esperando a ser nuevamente abiertos por aquél que requiera explorar su origen y el de todas las cosas. Decía el gran Zylberbaum –quien por cierto desapareció misteriosamente en 1994–, que la libertad sólo se obtiene si uno logra conocerse a sí mismo.
*Imagen principal: Carl Lumholtz/1893