Se dice que los americanos estamos hechos de sincretismos genéticos especiales, una variedad cósmica que nos ha dotado, sobre todo, de especial pluralidad de tradiciones. Desde hace milenios las culturas americanas han sido producto de continuas mezclas, aunque hasta hoy no se sabía con exactitud los ingredientes genéticos que las habían moldeado desde antes de que habitaran el continente.
Numerosas hipótesis en torno al origen del americano se conocen, desde las más radicales que sugieren la existencia de un continente hundido situado entre África y América, de donde provienen los primeros nativos del continente, hasta la más clásica que apunta al paso del nómada nórdico por el estrecho de Bering.
En cuanto al proceso genético, es decir, la mezcolanza de razas, otra teoría presupone desde hace ya unos años la relación de los primeros americanos con regiones europeas principalmente de Rusía, Alaska, Mongolia y China. Hace poco más de una década, investigadores de la Universidad Federal de Minas Gerais de Brasil intentaron probar la relación de ciertas tribus rusas como la de Kati y Altai con los grupos étnicos de América, profundizando en las variaciones moleculares del cromosoma Y, el cual se transmite de los padres a los hijos varones sin sufrir transformaciones relevantes. Sin embargo, hace un par de años las revistas Nature y Science –famosas en el rubro innovador y científico– dieron seguimiento a este estudio comparando el genoma americano con poblaciones de todas las regiones del mundo.
Pero no fue sino hasta el año pasado que el genetista ruso Oleg Balanovski confirmó el origen genético de estas tribus, advirtiendo que, culturas como la Azteca (Centroamérica) la Inca (Sudamérica) y la Iroqués (Norteamérica) comparten una fantástica mezcolanza genética con el pueblo de Altai de la región de Siberia, en Rusia.
Balanovski y su equipo de expertos estudiaron a profundidad el ADN de sus nativos: "En nuestro biobanco tenemos más de 25,000 muestras de miembros de 90 grupos étnicos de Rusia y los países vecinos". Además de observarse el mencionado cromosoma Y y el ADN mitocondrial (transmitido por la parte femenina), se examinaron otros cromosomas variables que son heredados por ambos sexos. Gracias a este estudio se sabe también que los primeros nómadas que conquistaron América llegaron al continente hace unos 20,000 o 30,000 años desde Siberia.
No es sorpresivo enterarnos que viajeros nórdicos estuvieron interesados en ir más allá de sus tierras. De hecho, existen registros de vikingos –como Leif Ericson, considerado históricamente como el verdadero descubridor de América en el año 1000– que pisaron América mucho antes que el propio conquistador oficial del continente.
De cualquier forma, hoy sabemos que civilizaciones como la Azteca caminaron por siglos desde tierras muy lejanas para acentuarse donde su mito del Sol dictaba. Y esa asombrosa persistencia es de elogiarse.
*Imagen 2) izquierda Azteca: macabrephotographer / derecha Altái: visit-altai.com