Las casas coloniales en México solían llevar un fresco y lúdico patio en medio que daba distribución a toda la casa. Este era el espacio común por excelencia.
La principal influencia para que ello sucediera fue a la vez la influencia árabe que los españoles tenían por las invasiones de los moros, sin embargo, en mesoamérica esta costumbre ya existía.
El arqueólogo David M. Carballo para un interesante artículo para la revista Arqueología Mexicana (#140, 2016) apunta:
Las casas mesoamericanas típicas se encuentran alrededor de un espacio central y otro espacio abierto, dentro del cual se realiza una gran cantidad de actividades domésticas.
Y nos recuerda que incluso en algunos idiomas prehispánicos se cuenta con palabras que denotan acciones específicas en un patio, por ejemplo, mithualtin (las personas de un patio), también en otomí, datakàmawathi (estar juntos en el patio).
El patio es el lugar donde los grupos domésticos se identifican fuertemente. Aquí las mujeres hacen labores textiles, descansan, los niños juegan, los hombres realizan labores manuales luego de las labores del campo. Aquí entonces, se formaban fuertes lazos de convivencia.
Asimismo, en las casas de la nobleza, en los palacios, el patio conllevaban un gran valor, era también el espacio común, donde los miembros de la casa o los invitados tomaban su propio rol:
Las relaciones políticas, como el clientelismo o la diplomacia, se negociaron dentro de patios interiores de un tamaño suficientemente grande para consejos (que incluían decenas de individuos).
*Imagen: Dibujo de Gabriela Urueñuela para Arqueología Mexicana (reconstrucción de una vivienda de Tetimpca).