Luis Barragán está entre los pocos arquitectos en el mundo que consiguió llevarnos en cada uno de sus espacios una pintura. La disposición de las paredes, techos, y demás elementos, siempre forman un encuadre, como un cuadro abstracto. Y en esta abstracción, consigue un algo indecible, muy mexicano; con ello nos referimos a una esencia que incluso salta prehispánica, mezclado con el color y la gracia de la biodiversidad del país, y todo ello, en espacios minimalistas, acaso lo más increíble de todo.
Sus formas y evocadores espacios dan pie a la reflexión, contemplación, y claro, la inspiración y la reinterpretación. Recientemente, la diseñadora de arte catalana Ingrid Picanyol, estuvo en la Ciudad de México, y luego de su estancia, no pudo evitarlo, configuró con la esencia geométrica de su obra lúdicos carteles donde juega con la idea de las formas de Barragán, como encimadas, como plastas, pero siempre en ese juego de imágenes que sugiere otra mayor. El trabajo de Barragán está colmado de plástica, cada parte en sus espacios es esencial en la configuración de una pintura en sí.
Barragán nos habló con un nuevo lenguaje en la arquitectura, desde la composición como estética y función. Por ello, su obra siempre evocará a la reinterpretación lúdica, por que dentro de su minimalismo, y con lo improbable que resulta, también existe esta asombrosa cualidad.