Es evidente que la novela de nuestro tiempo está poderosamente influida por la cinematografía, por la técnica narrativa descubierta por el cinematógrafo.
José Revueltas- El Conocimiento Cinematográfico y sus Problemas
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Un desvencijado ómnibus se desplaza vacilante por alguna carretera rural de Marsella. Su paso sinuoso y errático sacude con violencia a los pasajeros en cada vuelta, tope y bache, pareciendo que se volcará en cualquier momento junto con su carga humana. El camino es de tierra: bosques marchitos, granjas descuidadas, árboles momificados y hierba seca se perciben por doquier.
La escena cambia de exterior a interior, centrándose en los pasajeros.
Janine es joven y atractiva, mucho más joven que su acompañante. Marcel debe llevarle por lo menos 20 años a ella. Parece mucho más cansado, vencido y quebrantado que la chica, tiene el cabello platinado de canas y los cuencos hundidos. Su vientre enorme se precipita por entre sus rodillas con descuido. A cada sacudida del vehículo, el cuerpo fofo de Marcel se deja caer casi inerte sobre el de la muchacha. Luce enfermo y agónico. Ella aparenta estar fastidiada. Pronto se sabrá que son esposos.
Janine observa con indiferencia el vuelo torpe de una mosca, mareada con el ajetreo del vehículo. El insecto zumba con obscenidad y en un momento dado se posa sobre unas manos regordetas e inmóviles del esposo. Aquellas manos aprietan con ansiedad una maleta de tela, sin separarse de ella, jamás se conocerá su contenido, el objeto es un mero pretexto para mostrar su aprehensión y abandono de sí mismo transmitido en sus manos zombis. Los ojos de Marcel yacen mortecinos, dejados al vacío al igual que el resto de su ser. Parecen no darse cuenta de la presencia del bicho danzando sobre su piel.
Ella luce incómoda a cada jaloneo del camión, con el movimiento de la mosca, más incómoda cada que el cuerpo de su esposo se le viene encima de su hombro.
El ómnibus avanza hasta perderse con sus pasajeros en la lejanía.
Nos encontramos con un amplio plano general de nueva cuenta, mientras desaparece el vehículo tras una colina.
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La anterior no es una escena real, sino que es parte de un guión imaginario que el escritor José Revueltas ideó para sus alumnos de escritura cinematográfica de Cuba y México a mediados del siglo XX. Basado en una novela de Albert Camus. Se trata de un fragmento ficticio de una película, preparado con esmero, que, empero, jamás se filmó.
La escena es estética, psicológica y poéticamente muy bien lograda, plena de indicaciones de cámara planificadas a detalle, aunque Revueltas era demasiado modesto y jamás se adjudicaría ningún mérito por ella. Diría con sencillez que fue un ejercicio torpe, organizado con fines didácticos para sus discípulos. Que en ningún momento se acercaría a la maestría de la novela lograda por Camus.
Revueltas trabajó sin descanso en una serie de artículos, bastante bien documentados en infinidad de libros sobre cine, guionismo e imagen. Poseído de una clara preferencia, al igual que en la literatura, por los creadores de origen soviético: los legendarios cineastas y escritores rusos. Entre las citas de sus ensayos se encuentran innumerables fragmentos de Eisenstein y su libro sobre montaje: El Sentido del Cine, de Pudovkin y sus reflexiones cinematográficas, etc. Aunque no desdeñaba a Chaplin, a quien incluso amaba, y a Disney.
En literatura Dostoievsky sería su principal maestro, su mentor, su chamán sin lugar a dudas. El segundo puesto lo tendría Tolstoi. Sólo un poco después Sartre y Faulkner.
Sus escritos sobre cine reflejan no sólo una cultura gigantesca y arrolladora, sino además una vasta experiencia y colmillo dentro del oficio cinematográfico, particularmente en el de la escritura para cine. Durante años corrigió guiones a destajo y realizó adaptaciones de todo tipo de historias para sobrevivir y mantener a su familia. Hasta que tuvo la oportunidad de crear sus propios guiones y verlos llevados a la pantalla bajo la dirección de Roberto Gavaldón, considerado uno de los directores claves de la sonada Época de Oro del Cine Mexicano. Para él escribió un total de 12 películas, algunas de las cuales son verdaderas joyas cinematográficas.
La Diosa Arrodillada/Guión de José Revueltas y Roberto Gavaldón.
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Particularmente en el punto de la adaptación de la obra literaria al guión, Revueltas se detuvo para abordar el problema con cuidado. Al final, era al mismo tiempo novelista y cuentista, lo mismo que creador cinematográfico.
Para Revueltas, el método cinematográfico en ningún momento debía separarse del método literario. Aunque explicaría con sumo detalle las diferencias entre literatura y cine. Criticó sin piedad a una gran cantidad de directores del séptimo arte que por sumergirse en su oficio descuidaban cultivarse en otros campos del conocimiento, los cuales enriquecerían su trabajo. Para él la escritura de cine o el guión era como una partitura: una película escrita que sin lugar a dudas el especialista al leerlo “vería” la película, lo mismo que el erudito en música “escucharía” sinfonías al leer su partitura.
José Revueltas abrió al azar una novela no tan conocida de Albert Camus: La Mujer Adúltera y comenzaría a diseccionarla como el mejor especialista. Primero que nada hay que encontrar la “intención sustantiva”, decía, esto es, el meollo, la médula del texto literario. En lingüística de texto y análisis del discurso, actualmente se le denominaría a esto el “tópico”, según el lingüista Teun van Dijk.
¿Y cuál es la intensión sustantiva del fragmento de Camus descrito burdamente arriba por nosotros? Se pregunta el escritor, al mismo tiempo de novelas y guiones. Desde el punto de vista gramatical sería Janine y su marido Marcel. Resultarían los sujetos principales de las oraciones utilizadas por Camus, si nos quedáramos tan sólo con el enfoque lineal de la gramática clásica.
Pero el método de análisis literario de Revueltas va muchísimo más allá, calando aún más hondo y desmembrando el pedazo de novela, como un cirujano certero que abre la carne hasta el hueso. Al fin y al cabo, admite, hay una intención no explícita, casi oculta en toda verdadera obra creativa. En el texto de Camus, Revueltas sugiere que esta intención sustantiva se encuentra no en las personas de Janine y Marcel, sino en su deteriorada y extraña relación matrimonial, a punto de colapsarse. Ahí es a donde debería dirigirse el guionista que buscara adaptar esta novela y convertirla en película. Una vez que se ha descubierto esta intensión sustantiva o meollo del asunto de una obra literaria, procederá a buscar equivalencias entre la novela o cuento y el guión que poco a poco va elaborando. Yendo y viniendo del método cinematográfico al literario según se necesite, en ciertas ocasiones para corroborar el sentido poético de la obra y no perderlo jamás, y en otras para pensarlo y llevarlo al lenguaje de las películas. Traduciendo el texto al lenguaje de cine, plagándolo de indicaciones de cámara hasta convertirlo en un esqueleto diseccionado, desmembrado y bien ordenado de acuerdo con la intención sustantiva y la idea del montaje, atado con bellos alambres y listo para ser llevado al set de grabación.
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Ésta serie de ensayos serían al final publicados por la UNAM en 1965, aunque al escribirlos, Revueltas no tenía la pretensión clara de que se convirtieran en un libro en sí mismos. El objetivo inicial era que le resultaran útiles a sus alumnos. Sin embargo lo titularía: El Conocimiento Cinematográfico y sus Problemas. Reeditados más tarde por la editorial mexicana Era. Cada vez más escaso y difíciles de conseguir sus volúmenes, quizá por falta de lectores interesados y atentos, quienes encontrarían una veta riquísima de reflexiones sobre escritura cinematográfica y sobre el mundo del cine en general, además de fascinantes reflexiones sobre la relación entre el cine, la literatura y otros campos del saber humano.
En un momento dado, al parecer, Revueltas pudo haberse dedicado por completo al cine. Y en segundo lugar a la literatura, como siempre hizo. En dado caso su vida hubiese sido muchísimo más tranquila desde el ámbito emocional, incluso más acomodada económicamente. Camino que abandonó a mediados de los años cincuenta debido a las cruentas decepciones que esta industria produjo en su espíritu. A la cual critico sin piedad, cuyos ataques se encuentran también plasmados en algunos capítulos de su libro que invitamos a que se lea.
Parece ser que su vocación política sería mucho más grande, absorbiéndolo por completo y llevándolo a un activismo y un deambular por los partidos de izquierda de su época.
Se sabe que tras abandonar la Cárcel de Lecumberri a inicios de los setenta, siendo casi un anciano de salud deteriorada por los encierros y las huelgas de hambre, volvió al trabajo de revisión, corrección y redacción de guiones cinematográficos, al mismo tiempo que se convertiría en uno de los más grandes novelistas y cuentistas de la lengua castellana. Que incluso acarició en sus últimos días la idea de escribir, filmar y dirigir por propia cuenta un largometraje, el cual nunca vio la luz. Entre sus papeles póstumos, aún no publicados, había por lo menos una treintena de borradores y guiones inéditos casi concluidos que quedaron para la posteridad y no han sido llevados a la pantalla.