El Monte Tláloc fue ante todo una cima sagrada para la gran triple alianza de los tiempos prehispánicos: Texcoco, Tenochtitlán y Tepanohuayan. Jugó un rol esencial, no sólo como adoratorio a la divinidad, sino como un espacio elegido por el cielo donde ocurren cosas. En aquella montaña un improbable episodio de la naturaleza se da en el mes de febrero.
Entre los días 7 y 12 de aquél mes (o los Nemontemi, los cinco días al final del año en el calendario azteca), otra montaña que más bien no existe, aparece como refracción del Monte Tláloc.
No se tiene la certeza en qué año fue edificado el centro ceremonial aquí, no obstante se han encontrado objetos pertenecientes a la cultura teotihuacana. En todo caso, la triple alianza se apropió del sitio siguiendo con la tradición del homenaje a Tláloc.
Como ya se sabe, Tláloc no es un dios. Es lluvia, es trueno, o lo que es igual: vida y destrucción. Por ello es que cada uno de sus adoratorios eran altamente sagrados y su ofrenda la más importante. En las peregrinaciones al Monte Tláloc, los tlatoanis y sus sacerdotes tomaban el frente. Se colocó una imagen de este personaje y tres rocas más que hoy se le parecen a una tortuga, un cocodrilo y un sapo. La piedra utilizada es de volcán –curiosamente al frente se puede disfrutar del astronómico paisaje que comparte el Popocatépetl e Iztaccíhuatl. También se mira el Pico de Orizaba, la cúspide más alta de México.
De esta hermosa vista se desprende uno de los hechos más insólitos de la naturaleza que los antiguos, como avezados observadores de su entorno, descubrieron hace miles de años. Se trata de un fenómeno óptico concretado por tres montañas en el horizonte: el Pico de Orizaba, la Sierra Negra (del estado de Veracruz) y La Malinche (en Tlaxcala). Al amanecer –especialmente en los días del mes de febrero donde se ve la salida del Sol justo en la cúspide del Pico de Orizaba–, el trío de cordilleras simulan una sola en los confines.
Dicho de otra forma, las tres montañas se fusionan para fabricar lo que muchos llaman la Montaña fantasma.
No sorprende enterarnos que el Monte Tláloc es uno de los sitios arqueológicos más grandes del mundo –Inclusive más alto que Machu Pichu. Con unos 4100 metros sobre el nivel del mar, el Monte ubicado a los límites de Texcoco y empezando Tlaxcala, deja en claro que es necesario un sacrificio para poder subir a su cima. Más aún cuando el camino desciende de temperatura…se torna cada vez más frío y difícil de respirar.
*Fuentes:
Instituto Nacional de Antropología e Historia / investigación del arqueólogo Víctor Arribalzaga
*Imágenes: 1 y 3) relatoscortosyreflexiones.blogspot.com; 2) honestado.com