Nuestro contexto está cambiando. Estamos en un momento clave en la historia donde es muy probable que no podamos volver atrás. Hemos transformado al planeta, a su atmósfera, su geografía, ecosistemas y población natural. No es algo de lo que deberíamos estar orgullosos, pero lo hemos hecho.
Y, aunque no debemos dejar a un lado nuestra responsabilidad ecológica y la intención de realmente generar formas de vida más sustentables, es tiempo de empezar a diseñar nuevos paradigmas de vivienda. México no se está quedando atrás en ese sentido y, recientemente, un grupo de estudiantes de la carrera de Ingeniería Civil de la UNAM obtuvo el primer lugar del Blue Sky Competition Contest en Estados Unidos. Los futuros y futuras ingenieros mexicanos se enfrentaron a 18 universidades entre mexicanas y estadounidenses en el evento que formó parte del Texas-Mexico Student Symposium de la American Society of Civil Engineers.
La propuesta de Sara Palma Martínez, Jesús Alejandro Márquez Cruz y Juan Carlos García Caballero responde a los señalamientos de la ONU sobre la necesidad de pensar en ciudades flotantes que protejan a sus habitantes de los aumentos en el nivel del mar (provocados, por cierto, por el cambio climático) y también de generar viviendas accesibles, pero dignas para los sectores periféricos de las ciudades.
Su modelo de ciudad es resiliente y flexible. En primer lugar, es modular, lo que implica que los pobladores hipotéticos podrían hacer cambios constantes en la distribución de la ciudad. Por otro lado, el prototipo a escala fue probado en el Laboratorio de Hidráulica en la Facultad de Ingeniería, demostrando la manera en que se comportaría con los oleajes. Finalmente, la propuesta no deja de lado la sustentabilidad.
Evaluamos varias ideas, pero decidimos que ella [la ciudad] enfrentaría el reto enorme de ser construida en medio del océano y de ser completamente sustentable, además de tener un buen nivel de desarrollo. Para ello se requiere dar propuestas de uso de energía, producción de alimentos, purificación de agua, sistemas de reciclaje para que no se produzcan desechos, etcétera.
Así lo explicaron los estudiantes. Y, aunque el ejercicio es relativamente utópico, sí permite comenzar a poner preguntas importantes sobre la mesa y acercar a las personas estas nuevas propuestas que, en un futuro, podrían ensamblar lo cotidiano.
Imagen destacada: Reinhard Krug modificada por Más de México.