Abundan en los lotes baldíos y en las afueras o entradas de las ciudades y pueblos de México; también en las carreteras. Su origen está ligado al auge de los bailes y los sonideros hace más de 40 años. Sin quererlo, los anuncios en las bardas mexicanas, este instrumento de mercadotecnia callejera instauró un estilo extraordinario de la expresión del barrio, su música y cultura: la publicidad del bardismo se adueña de los espacios, casi abandonados, con sus letras sobresalientes y estridentes, eléctricas, como memorando la noche y su poder, su fiesta.
“Empezaron las bardas cuando vimos que ya eran eventos, así, ya de palabras grandes, como los ‘Tigres del Norte’, que ‘Los Temerarios’, todo eso”, cuenta Ramón Rojo del ‘Sonido La Changa’ para un interesantísimo documental de Canal Once sobre el diseño de en el mundo de los sonideros.
“Hay veces que no sabemos cómo llegar al lugar y nos basamos por las bardas”, cuenta un asistente a uno de los bailes para el mismo documental, “Funcionan muy bien, tienen un impacto que ningún otro medio iguala”, continúa otro.
La saturación de colores, las luces de la noche
Este estilo puebla también el interior de grandes avenidas, como la Pantitlán de Ciudad Nezahualcóyotl, e inevitablemente memora a las luces de neón, tan propias del lenguaje al interior de los buses, los peseros o los bares ‘micheleros del país’.
“A lo mejor es casi tradicional el amontonar cosas, precisamente porque a lo mejor estamos acostumbrados al ‘pásele marchantita y ahí le va el pilón’, opina al respecto de la estética de estos anuncios para los anuncios de los bailes y sonideros el diseñador gráfico Jaime Ruelas para el Canal Once.
Antes de los muros, primero fue el volanteo, iban los artistas a las imprentas y esa misma estética tipográfica se traslada luego a los carteles y luego a las bardas.
“Empezó de la nada. Los fines de semana había bodas, quinceañeras, y luego de que terminaba pon tú ‘La Marimba Gallito’, cuando descansaban, en esos 45 minutos entraba el tocadiscos, empezamos con los discos de acetato con música de Colombia, de Venezuela, es parte del movimiento sonidero. Y así empezó, a darse a conocer que los grupos que ‘La Sonora Dinamita’, ‘La Sonora Cordobesa’, prosigue Ramón Rojo del Sonido La Changa.
En los carteles del sonidero a veces se usan hasta 6 tipografías y los grupos empezaron a buscar tener su logo. Primero fue ‘PolyMarchs’ y luego le siguieron los otros, como ‘Sonido La Changa’.
Apropiación estética de la propaganda
En realidad este tipo de publicidad no tiene un nombre en específico. Se le dice coloquialmente propaganda en la pared, o si acaso bardismo. Pero ha generado un tipo de estética propia, es un lenguaje común de la periferia de las ciudades en México.
Una tipografía ‘bombachona’ que parece estar a punto de salirse de la pared; eléctrica, si tal cosa puede existir: el neón y su fuerza en los colores que brillan, muy asociado a la vida nocturna y sus promesas.
“En el diseño sonidero es muy libre, manejamos mucho color y la mayoría de los sonideros nos dan la libertad de usar muchos tonos en los logotipos. Lo que más se pide es ‘oye ponle unas luces’, dice Eduardo Cajero, diseñador gráfico e impresor para sonideros y grupos para Canal Once.
La apropiación de la calle es parte de lo llamativo de esta excéntrica estética, es casi como sus letras .”Se crea con los medios que se tiene en ese momento, llegando e impactando a sectores de la sociedad que quizá no tienen forma de acercarse a los recintos considerados ‘sagrados’ del arte”, opina sobre esta expresión Claudia Gutiérrez en su artículo’ Texcoco: bardas, espacios de arte y publicidad’, sugiriendo, además, que esta manifestación va más allá de la publicidad: es un espacio de identidad, un reconocimiento de una cultura.
Las siguientes fotos son parte del proyecto bardismo_mx, una cuenta en Instagram que recopila la fuerza y belleza saturada de este tipo de arte mexicano.