La antigua sabiduría que se cultiva en los libros de Chilam Balam tiene vibrantes fragmentos que nos recuerdan algunas de las cosas más significativas de la existencia.
Textos médicos y conocimiento herbolario, augurios, relatos de la creación, episodios fácticos y legendarios de la cultura maya, profecías, mapas y mucho más, es lo que podemos encontrar en los libros de Chilam Balam, cuyo nombre significa Profeta Jaguar y refiere a una persona real. Se cuenta que este personaje vivió en Mam, Yucatán, y predijo la llegada de los españoles.
En su momento, cada comunidad tenía una versión del Chilam Balam, como el libro de bolsillo por excelencia (que variaba entre 36 y 282 páginas). Estos textos compartían una sabiduría común, contextualizada a su entorno. Quizá eran un punto de encuentro pero, sobre todo, una brújula para navegar la realidad. Es casi imposible, entonces, no preguntarse qué conjunto de saberes están cumpliendo esa función hoy, y si somos conscientes de ellos. ¿Imperan los ejes discursivos del mercado? ¿A qué intereses responden nuestras formas de vida? ¿Cómo interpretamos el mundo y lo transitamos? ¿Cómo nos relacionamos entre seres vivos y con la materia? Aquí no vamos a contestar estas preguntas porque, para empezar, no hay una sola respuesta, pero podemos extraer algunas pistas.
Por eso, hoy queremos recuperar algunos fragmentos, cuya sabiduría es especialmente útil en vista de los problemas contemporáneos (aunque inherentemente atemporal). Ofrecemos una lectura, pero lo más relevante es la interpretación que cada persona pueda extraer de estos pasajes casi idílicos.
Aquí puedes encontrar una edición económica de “El libro de los libros de Chilam Balam“
Chilam Balam en fragmentos
La gran Abeja Amarilla es la que está en el Sur. La flor amarilla es su jícara. La flor amarilla es su flor. Entonces se multiplicó la muchedumbre de los hijos de las abejas, en la pequeña Cuzamil. Y allí fue la flor de la miel, la jícara de la miel y el primer colmenar y el corazón de la tierra.
Hay una conectividad que no se sospecha, se sabe. Las relaciones que comparten los seres de la Tierra están dadas; nos hacemos con la tierra y somos tierra. El punto de origen está en todas partes si observamos con cuidado, cada elemento de la naturaleza remite a algún mito de la creación: una flor, una abeja, una jícara o el agua. Todo confluye, toda forma de vida se reconoce y valora. Nace así un respeto entre cualquier tipo de intercambio biológico, el pulso es biofílico.
Toda luna, todo año, todo día, todo viento
camina y pasa también.
También toda sangre llega al lugar de su quietud.
Toda sangre conoce un día su quietud o su llenura.
Todo el tiempo está medido, hasta el día que no existe hoy.
Medida estaba nuestra mañana de sol, y no lo sabíamos;
Medidas, nuestras risas y nuestro amor.
El tiempo y el espacio se transita distinto en la cultura maya. Una pequeña muestra de ello es el Wayeb’, el último y más corto mes del año (5 días, para completar los 365). Este segmento del calendario existe como medida, pero sobre todo como experiencia, porque es expansiva y, ahí, se desdobla un presente infinito (pero siempre cambiante). Representa un periodo sagrado donde las personas dejan de comer, reducen su actividad sexual, entre otras cosas.
De allí salieron y llegaron a Yubak. Y llegaron a Munaa. Allí se hizo tierno su lenguaje y se hizo suave su saber. […] Esta es la memoria de las cosas que sucedieron y que hicieron. Ya todo pasó. Ellos hablan con sus propias palabras y así acaso no todo se entienda en su significado; pero, rectamente, tal como pasó todo, así está escrito. Ya será otra vez explicado todo muy bien. Y tal vez no será malo. No es malo todo cuanto está escrito.
La palabra es, en principio, abstracta, pero no por eso menos consistente, porque se habita. El lenguaje no se trata de significados literales, se trata del intercambio, de lo que se construye, de lo hacemos cuando lo usamos y lo que él hace con nosotros. Las palabras son puente a portales inesperados.
Un poco de historia y datos curiosos
Los escritos están en lengua maya, pero usan un alfabeto latino que frailes implementaron en aquella época. Los volúmenes multipropósito tienen diferentes versiones que se ciñen a territorios particulares: tenemos así “Libro de Chilam Balam de Chumayel” de Chumayel y el “Libro de Chilam Balam de Tizimín”, refiriéndose al pueblo de Tizimín. El último de estos dos ejemplos, según los estudios, es de los menos influenciados por las ideas europeas. Como se explica en la revista de Arqueología Mexicana:
Los dos siguientes menos influidos son el de Chumayel y el Códice Pérez, pues los otros seis sólo tienen pocos fragmentos de maya puro, principalmente calendáricos y de augurios, mientras que dedican mucho más espacio a la astrología y la medicina europeas, pero eso no quiere decir que no sean mayas.
El último libro de Chilam Balam
Hay otras versiones, como el "Chilam Balam de Nah", ubicado en la Universidad de Princeton, que es más inusual pues su nombre no responde a su lugar de origen, Teabo, sino al apellido de sus compiladores: José María de Na y José Secundino Na o Nah. Además fue escrita cerca de 350 años después de la conquista española. Sus entradas datan de 1857-1895, así el libro de Nah es el último de los libros sagrados mayas. Este hecho lo hace particularmente atractivo, ya que es posible rastrear la transformación de estos saberes post conquista, a pesar de que ha sido criticado por las distorsiones de algunos de los conceptos latentes en otras de las versiones.
Los libros de Chilam Balam (compilados en los siglos XVIII y XIX) son una de las mejores fuentes existentes para sumergirse en el pensamiento maya antiguo y su mundo espiritual y religioso. ¿Por qué? Varios de estos libros contienen pasajes similares y, por eso, sabemos que remiten a textos originales aún más antiguos (mediados del siglo XVI). Los prototipos de los Chilam Balam parten, por ejemplo, de manuscritos jeroglíficos, como explicó Jeffrey H Miller en un artículo publicado próximo a su muerte en 1975.
*Fuentes:
-The Princeton University Library Chronicle , SPRING 1992, Vol. 53, No. 3 (SPRING 1992), pp. 287-296
-Love, Bruce, ¿Qué son los Libros del Chilam Balam?, Arqueología Mexicana, núm. 166, pp. 36-41.
–Chilam Balam (Chumayel), Linkgua, 2008: Barcelona.
– Revista Arqueología Mexicana
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