En México, casi todas las comunidades rurales que habitan los bosques, selvas o paisajes de gran riqueza natural, comparten una valiosa premisa: conservar es asegurar un futuro. A lo largo del territorio mexicano existen numerosas historias de comunidades forestales que están haciendo posible la protección del medio ambiente. Ello gracias a su compromiso con la naturaleza, a una efectiva organización colectiva y a un baúl de conocimientos ancestrales meritorio. Estas personas conocen bien sus territorios; ahí han nacido, y ahí pretenden vivir durante generaciones.
El caso de las comunidades de las montañas de Veracruz, concretamente del Cofre de Perote, que restauraron un área natural protegida, es uno de los acontecimientos más destacables en el rubro de la conservación forestal en México: frente a un incendio histórico que devastó más de 3 mil hectáreas del bosque, estas personas han logrado restaurar, hasta la fecha y en un lapso de 7 años, 2,500 de ellas.
El Parque Nacional Cofre de Perote es Área Natural Protegida desde su decreto, en 1937. El ecosistema que predomina ahí es el bosque mesófilo de montaña, o bosque de niebla, un territorio con una gran variedad de especies y un volcán inactivo, considerado una de las montañas más altas de México (con una cima de 4,200 metros sobre el nivel del mar). En 1998, un intenso incendio terminó con una parte muy considerable del bosque. No sólo la flora y fauna silvestre, sino también varios pueblos y comunidades fueron víctimas del fuego, uno de los incendios más catastróficos que ha vivido el país.
Las razones
A pesar de su inmensa riqueza natural, México ha tenido complicaciones con la regulación de sus bosques. La carencia de una normatividad apropiada para la diversidad de sus ecosistemas forestales –y para los diferentes tipos de tenencia de la tierra en el país–, ha provocado que problemas como la tala ilegal, la explotación de los recursos naturales sin conciencia ambiental, la ganadería y la agricultura a gran escala contribuyan a la deforestación a nivel nacional. Entre las comunidades que viven en bosques de propiedad social, estas dificultades han podido superarse con bastante éxito gracias a un modelo que respeta su derecho sobre el territorio: el manejo forestal comunitario.
Sin embargo, la situación por la que atraviesan otros bosques sigue representando un reto a nivel normativo, sobre todo para combatir el tráfico de madera ilegal.
El incendio en 1998 fue provocado, según relatan algunos pobladores, por antorchas que talamontes dejaron encendidas. Los resultados de tal devastación, sumados a la sobrerregulación que existía en el área natural, provocaron que el terreno incendiado se mantuviera fuertemente degradado hasta el 2010. En ese año, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) finalmente acordó con una organización de la sociedad civil un proyecto para restaurar el bosque.
Restauración comunitaria y regreso de la vida al bosque
La recuperación de este emblemático bosque de Veracruz sucedió gracias al gran esfuerzo de once comunidades de los municipios de Xico y Ayahualco. Asesorados por el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS) –organización que impulsa proyecto–, hombres, mujeres y jóvenes destinaron jornadas laborales de ocho horas cada día para regresar poco a poco el verdor al paisaje.
En el municipio de Xico, por ejemplo, actualmente los ejidos de Paso Panal, Tembladeras, Carabinas, Cuartelillos y Rusia, realizan actividades que van desde la reforestación del espacio y la restauración de suelos, hasta la aplicación de medidas de prevención de incendios y manejo del fuego, como son el trazo de líneas negras y las brechas corta fuego. De igual forma, podar los bosques es también una actividad importante para darle mantenimiento, y estás comunidades lo realizan frecuentemente, basados en un plan de manejo cuidadosamente elaborado y aprobado por lastimas comunidades y las autoridades ambientales.
Pero en el bosque no sólo en necesario cuidar la regeneración de los árboles. La captación, infiltración y escurrimiento del agua son actividades de gran importancia que mantienen sano el ecosistema y presentan enormes beneficios para las comunidades. Para hacerlo posible, los locales construyen represas de piedra, que ayudan a recargar los mantos acuíferos y a disminuir la velocidad del agua pluvial, mientras que el acomodo de material vegetal muerto –entre otras cosas–, permite que el suelo se humedezca y facilite la regeneración natural. Gracias a estas actividades hoy las comunidades de Xico, Ayahualco, y ciudades como Coatepec y Xalapa, gozan de agua en cantidad y calidad.
Finalmente, para que la restauración de este ecosistema sea completa, se destinan espacios para facilitar madrigueras a la fauna silvestre, y estratégicamente se mantienen algunos árboles muertos para que las aves puedan parar o anidar.
El Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, detalla que las actividades de restauración, que se comenzaron aquí desde 2010 y hasta la fecha, incluyen una amplia gama de beneficios sociales y económicos para las comunidades involucradas, ya que con los trabajos de restauración les ha permitido complementar sus ingresos provenientes de actividades agrícolas y ganaderas. Tan sólo entre 2010 y 2017, este proyecto logró activar la participación comunitaria y destinar al rededor de 80 mil salarios, en suma, en la región. Al mismo tiempo, algunas de estas comunidades han logrado evitar la emigración de sus habitantes a causa de falta de empleos.
Durante más de siete años, el proceso de restauración del Cofre de Perote, que en esencia nos habla de la efectiva organización comunitaria de estas personas, ha contribuido a la recuperación, del bosque, de los manantiales, de la fauna que se pensaba extinta en el lugar, pero sobre todo de una conciencia ambiental que hoy se sigue reflejando en la calidad de vida de sus habitantes.
*Imágenes: CCMSS