Para la etnia de los cucapá, de unos 1000 miembros que habitan al suroeste de Arizona, y en México, de unos 340 integrantes que hoy viven en Baja California, el zopilote es un animal sagrado que simboliza la muerte y la purificación. Y precisamente en Mexicali, un antiguo volcán llamado Cerro Prieto se erige como depósito de algunas de las principales mitologías de los cucapá.
En su lengua, el volcán extinto de Cerro Prieto se llama Casa del Zopilote, y de acuerdo a su mitología fue producto, según dos historias, de las cenizas de una bruja que casi extermina esta etnia; otra alude a la agonía de un animal cuya marca es este vestigio geológico. A principios del siglo pasado, el cráter de Cerro Prieto formaba una laguna, pero la generación de energía geotérmica en la zona lo ha secado.
Por ello, el profesor de artes plásticas y preparatoria Juan Hernández hace un par de años inició con un proyecto que hoy es famoso en todo el mundo por la enorme figura que consiguió en equipo con más de 100 personas: un megadibujo de un zopilote al interior del cráter.
Siendo consciente de la degradación de la zona, Hernández pensó que para revivir esta área natural sería buena idea crear un proyecto de ecoturismo.
Entonces nació Wi ñill: Wa’ Shayii (Cerro Prieto: Casa del Zopilote).
Le planteé a la población la posibilidad de crear un centro ecoturístico, rescatar el sitio, invitar a la gente a ir y obviamente limpiarlo.
El resultado más factible se avista desde fotos satelitales, un enorme zopilote de 200 metros de largo con alas extendidas que alcanzan los 190 metros (y cuyo fin es simbólico, aunque también atraer turismo y reactivar el área). Un diseño que se consiguió con la colaboración entre 100 personas, hecho a base de piedra volcánica de la zona. Se trata, sin exagerar, de una verdadera obra de arte colectiva. Sorprende lo legible que se percibe desde las alturas con herramientas como Google Earth (explóralo, aquí).
Un patrimonio natural rescatado desde las entrañas y la creatividad de la sociedad: