Si bien se sabe que existían ya prácticas cartográficas previas a la llegada de los españoles, lamentablemente estos registros no sobrevivieron a la Conquista. Por esta razón el mapa más antiguo de la Ciudad de México, Tenochtitlán, y en general de ciudades del "Nuevo mundo" son europeos o, en todo caso, adaptaciones europeizadas de bocetos realizados por la población local tras el arribo de los conquistadores.
A partir de los relatos que llegaban de los españoles, anunciando la espectacular extravagancia y riqueza de las nuevas tierras, se comenzaron a elaborar en Europa mapas que, aunque obviamente imprecisos, ayudaban a visualizarlas. Fue así como una serie de cartas de Hernán Cortés, dirigidas al rey Carlos V, darían forma a un libro publicado en latín, e impreso en la ciudad de Nuremberg. Cuatro de los 11 ejemplares incluyeron en el apéndice un mapa aparentemente basado en planos anteriores, realizados por los propios mexicas, o en bosquejos trazados por el propio Hernán Cortés, con fines de estrategia militar y con ayuda de los recién conquistados.
“El mapa de Nuremberg”, publicado en 1524 y del cual existe al menos una versión coloreada y trazada sobre cuero, consta de dos cuerpos principales: una pequeña representación del Golfo de México, y a la derecha de este el tema central, la ciudad de Tenochtitlan, que aparece con el nombre de Temixtitan.
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Ya concentrándonos en el plano de la capital, si queremos ubicarnos hay que girar el mapa 90 grados a la izquierda, para que así corresponda su orientación con los puntos cardinales. Es entonces cuando comienzan a emerger lugares que hasta hoy se mantienen, así como otras curiosidades de la antigua capital:
Fuera del cuerpo de agua central, hacia arriba (que en realidad corresponde al occidente) tenemos el bosque de Chapultepec, enlazado al centro por medio del sofisticado acueducto que ya presumía Tenochtitlán.
Junto a Chapultepec, a la izquierda, vemos un poblado con la bandera de la Casa de Habsburgo. Este punto corresponde a Coyoacán, sitio elegido por los españoles para asentarse inicialmente. Y un poco a la izquierda aparece un montón de grandes piedras que seguramente alude a lo que hoy conocemos como el Pedregal.
En cuanto al centro, llama la atención la aparición del tzompantli (el altar o muralla de cráneos que los mexicas creaban) y que está acompañado de las leyendas "Templum ubi sacrificant" (templo donde se sacrificaba) y "Capita sacrificatorum" (cabezas de los sacrificados). Otra inclusión genial es la grilla que se encuentra en la esquina de abajo, a la izquierda, compuesta por ocho pequeños cuadros que representan jaulas o corrales con animales. Se trata del extravagante zoológico de Moctezuma, aquí etiquetado como "Doms aimalium" (casa de los animales, mal escrito, en latín).
Los anteriores son solo algunos de los detalles que aparecen conforme te sumerges en este “Mapa de Nuremberg”, en el cual por cierto se han advertido numerosos errores en cuanto a los emplazamientos del mismo, algo que supongo es entendible dadas las circunstancias en las que se elaboró. Pero en todo caso, en cuanto a narrativa y estética, y también en cuanto a valor histórico a pesar de sus imprecisiones, estamos ante una una pieza preciosa, ideal para navegarse con calma –recordando que la geografía, y en particular la cartografía, son buenos amigos de la imaginación.
* Ver aquí una imagen ampliada del mapa más antiguo de la Ciudad de México.