La maya es una de las civilizaciones más admiradas de todos los tiempos. Sus complejos conocimientos matemáticos y astronómicos, su manejo de las artes y una fascinante cosmovisión, la sitúan como una sociedad bastante destacada, tanto en términos estéticos, como filosóficos.
Pero ¿por qué esta admirable sociedad abandonó sus ciudades y las dejó a merced de la selva? ¿qué pudo haber originado un abandono masivo? Por décadas se han acumulado teorías y suposiciones que intentan explicar el ocaso de los mayas, y entre ellas se incluyen desde especulaciones metafísicas y neomísticas, hasta un suicido masivo (quizá la más trágica de todas) y catástrofes climáticas. Sin embargo, la posible causa no había sido consensuada hasta ahora.
Las primeras ciudades mayas aparecieron alrededor del año 1,000 A.C y la civilización alcanzó su auge por el 600 D.C. En el 850 D.C estos centros urbanos comenzaron a ser abandonados. Luego de más de 200 años en que los arqueólogos y científicos han estudiado la cultura maya, una teoría en particular ha generado más consenso entre los estudiosos sobre las causas del abandono antes citado: un cambio climático de enormes implicaciones.
Según análisis climáticos desde el año 820 D.C, citados por la BBC en un artículo reciente, la región maya fue asolada por 95 años de continuas sequías, algunas de las cuales durante décadas se prologaron. Los científicos han encontrado que la mayoría de las ciudades mayas colapsaron entre el 850 y 925 D.C, tiempo que coincide con la falta de agua y, por ende, de alimento. Lo anterior, aunado a una cierta inestabilidad política y fragmentación o incluso riña entre las distintas capitales, fue suficiente para diluirlos.
Aunque la mayoría de las ciudades colapsaron, sobretodo las ubicadas en Guatemala y Belice, en México, las ciudades de Yucatán en esta época florecieron aún más (incluida Chichen Itzá). Aparentemente las condiciones políticas del norte de la región maya, correspondiente al actual territorio mexicano, permitieron que ahí la sequía no resultara definitiva. Sin embargo, entre los siglos XIX y X de nuestra era, se produjo otra serie de implacables sequías, aún más severas, y entonces el decaimiento se habría consumado.
Con la sequía seguramente vino el hambre, lo cual, asociado a otros factores, entre ellos un posible crecimiento poblacional acelerado y la fragilidad geopolítica que reinaba, terminaría por disolver los grandes centros mayas que hoy quedan ahí, como testimonios y guardianes de uno de los pulsos culturales más brillantes que se hayan registrado en la historia humana.
Los mayas destacaron por su lúcida lectura de la naturaleza, de sus ritmos, patrones y fuerzas. Y en este sentido sería interesante profundizar en hasta qué punto fueron capaces de predecir la embestida meteorológica que habría de azotar la región y, de acuerdo a su elaborada cosmogonía, en el cómo interpretaron este fenómeno.