Emiliano Zapata murió hace 100 años. Sin embargo sus palabras, sus acciones y —particularmente— su lucha, continúan resonando (y fuerte) entre muchos mexicanos. Y, aunque sobre él se han construido cientos de mitos y su figura es constantemente utilizada para sostener movimientos ideológicos ultra diversos, hay algo verdaderamente valioso en la romantización del "Caudillo del Sur".
Tal vez lo más destacado del personaje sea la enorme sensibilidad con la que se refirió al "pueblo"; un concepto cada vez más engañoso y, al mismo tiempo, más relevante que nunca. "Pueblo" no era una entidad abstracta, un estandarte o un grupo marginado. "Pueblo" fue para Zapata sinónimo de casa, familia, pertenencia y fuente de energía vital.
Y, estrechamente ligada, estaba la idea de "tierra", como sustento del pueblo, como principio absoluto, origen de la vida, destino y causa. Ambas nociones y, sobre todo, la forma de tratarlas, hacen mucha falta en nuestro tiempo. ¿Pero cómo conectarnos con Zapata más allá de las mitologías y las especulaciones de líderes políticos o de maestros de historia que pronuncian el nombre sin evocar lo que verdaderamente implica el hombre?
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Un buen lugar para empezar es, sin duda, el precioso e inmenso repositorio en línea de la UNAM dedicado al General. Se trata de una sección del Archivo Histórico de la Universidad que comprende más de 400 fotografías y documentos históricos relacionados con la vida de Zapata, el zapatismo y la época revolucionaria.
Entre los documentos hay, sobre todo, decretos y manifiestos redactados o promulgados por este personaje histórico. Y entre las imágenes hay algunas muy particulares, que probablemente no habías visto.
Destacan retratos poco conocidos del General; escenas de la vida cotidiana; los rostros de otros revolucionarios y revolucionarias que no necesariamente se mencionan en la historia oficial, y las peculiares fotografías de Cruz Sánchez, presidente municipal de Yautepec, Morelos y que también peleó con los zapatistas.
El material en físico perteneció a los hermanos Gildardo y Octavio Magaña Cerda, zapatistas que militaron en tiempos de Emiliano. Cuando quedó como dirigente del Ejército Liberador del Sur tras la muerte de Zapata, Gildardo heredó el archivo.
Y entre las décadas de los 60 y 70, Octavio entregó todos los documentos que mantenía su hermano de la Revolución al Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM. Finalmente, han sido digitalizados y abiertos al público.
Sin duda la curiosidad sobre el pasado y las preguntas sobre nuestra propia historia nos seducen y convencen de contemplar y explorar el archivo. Pero este ejercicio podría genuinamente ayudarte a invocar el espíritu de la época y posiblemente empatizar con las causas que entonces movilizaron a miles de mexicanos y que hoy siguen reclamando nuestra lucha.
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