Hasta 1 millón de tierras cabrían dentro del Sol, pero nuestra estrella, al menos una versión matemáticamente fidedigna, puede simularse dentro de un museo.
El artista mexicano Rafael Lozano-Hemmer, quien se caracteriza por aplicar su formación científica al arte visual, creó una simulación de la superficie del Sol que representa las ecuaciones que rigen el comportamiento de este astro de manera interactiva, mismas que estuvieron diseñadas para reaccionar con el movimiento del público; en un lugar lleno de personas las animaciones se vuelven más rápidas, mostrando un periodo de alta actividad solar. Si la habitación está vacía o semí-vacía, la turbulencia y las llamaradas solares se ralentizan y si no hay nadie visitando la instalación el Sol se apaga. En cierta forma como aquella manzana del Obispo Berkeley, que si cae en el bosque sin que nadie la perciba deja de sonar.
La obra llamada Flatsun cuenta con un diámetro de 2.2 metros –es decir mil millones de veces más chica que el Sol. La estructura del disco solar incandescente tiene unas 60 mil luces LED rojas y amarillas con un controlador, una cámara y un lente.
Lozano-Hemmer motiva a los usuarios a interactuar con su panel solar, el cual es sensible a sus movimientos, generando reacciones internas en respuesta. De cierta forma entablando una interrelación entre el Sol y el hombre: la idea de que pese a su distancia y su inmensidad, nuestra estrella es sensible hasta a nuestros más mínimos movimientos.
La pieza, creada en 2011, ha sido exhibida a lo largo de estos años en museos y galerías de numerosas ciudades, entre ellas Paris, Nueva York, Madrid y Estambul.