Un arqueólogo se aproximó a una cultura extraña, como nadie lo había hecho. Su nombre era Alfred Maudslay y tocó a la cultura maya con excepcional delicadeza. A finales de 1800, el inglés descubrió a la ancestral civilización y se enamoró profundamente. Como ningún arqueólogo de su tiempo, decidió no retirar los antiquísimos objetos encontrados durante sus investigaciones de campo.
Su curioso registro incluye cientos de fotografías con la técnica de la época; dibujos y planos; narraciones y diarios, y una gran cantidad de moldes de yeso y papel de gran tamaño que reproducen formas arquitectónicas de los sitios mayas que visitó. Así, en lugar de llevarse como trofeo de sus aventuras los vestigios de esta sociedad antigua, se decidió a preservarlos, dejándolos como los encontró.
Y es que tenemos la extraña impresión de que los pueblos indígenas se han disuelto. Es una afirmación generalizada, pero al hablar de las "grandes civilizaciones del pasado" nos olvidamos de que estas fundan los mitos, tradiciones y costumbres de hombres y mujeres con los que compartimos temporalidad: culturas vivas. Maudslay no sólo lo intuyó, lo experimentó junto a los mayas de su tiempo.
Por supuesto, las cosas eras y son muy distintas (cada vez más). Estas culturas, evidentemente, han abandonado muchos de los principios políticos que solían regirlos y adoptaron los que sirven a los mundos posteriores a la colonia. Las religiones han generado una remezcla simbólica que, por supuesto, difiere en muchos niveles de las cosmogonías antiguas. Y, aunque el cambio de una identidad cultural puede ser doloroso y abrumador, también nos llama a nuevas formas de experimentar y eso se manifiesta en nuevas tradiciones profundas y muy valiosas; algunas inmensamente bellas y extrañas.
Al mismo tiempo, es importante resguardar la memoria y los vestigios de aquellos que nos anteceden. No para construir una historia, que vagamente supone el origen de la propia identidad; se trata de acercarse a los delicados objetos que ocultan formas de vida que pueden cambiar la nuestra.
En un giro poético, los registros de Maudslay se están deteriorando. El British Museum los tenía almacenados, lejos del ojo y tacto de sus visitantes y del mundo; pero se han decidido a publicarlos en la forma de un precioso catálogo digital co-producido con Google. Este incluye las increíbles imágenes, los diarios y hasta versiones virtuales de los moldes de Maudslay, que puedes explorar tridimensionalmente en tu pantalla. Incluso han planteado recorridos virtuales por ese pasado que para el arqueólogo y aventurero fue presente y que para los mayas es identidad.
Explora aquí esta maravilla, que devuelve "al futuro" las reliquias de una cultura ancestral que, de alguna manera, sigue transitando la tierra que la vio nacer.