Como "un acto sublime de imaginación poética", así definió en 1980 Jay Pritzker la obra del arquitecto mexicanos Luis Barragán para justificar otorgarle el máximo laurel en el mundo de la arquitectura, el Premio Pritzker. Hoy, el propio Barragán, protagoniza otro reconocimiento, por cierto bastante inusual: una porción de sus restos fue procesado y convertido literalmente en un diamante.
La historia de este extraño suceso, que fue revelada hace unos días en un reportaje de “The Architect Who Became a Diamond“, publicado en The New Yorker, va más o menos así:
Tras la muerte de Barragán, sus archivos profesionales y los derechos de su obra fueron adquiridos por el empresario suizo Rolf Fehlbaum, como regalo de compromiso para Federica Zanco. El problema es que a raíz de esto el acervo quedó inaccesible, dentro de un “búnker”, muy lejos del bien público.
Durate la confección de su muestra “Woman with Sombrero”, dedicada a intimar con la vida y obra de Barragán, la artista estadounidense Jill Magid quiso, sin éxito, consultar los archivos propiedad de Zanco (quien actualmente dirige la Barragan Foundation). Ante la negativa, Magid no solo interpuso una denuncia, también comenzó a planear una inusual movida.
Luego de obtener la autorización de los familiares, Magid, en un acto que cumplió con todos los requisitos legales y formalidades, exhumó las cenizas del arquitecto, alojadas en su tumba, dentro de la Rotonda de los Hombres Ilustres, en Guadalajara, y extrajo la mitad de las mismas. A continuación, envió las cenizas a una empresa suiza dedicada a crear joyas con los restos de personas, donde mediante un proceso de hiper compresión, las cenizas se transformaron en un diamante de dos kilates.
El propósito de Magid no solo incluye un manifiesto metafórico, cuestionando el poder de la Fundación Barragán sobre el archivo de uno de los grandes arquitectos de la historia, también un potencial instrumento práctico, ya que busca crear un mecanismo de negociación con una entidad autoritaria: Magid ha ofrecido el diamante montado sobre un anillo a Zanco, como un intercambio para que abra al público el archivo de Barragán.
¿Qué sucede con el legado de un artista cuando pertenece a una corporación y está sujeto a leyes de un país donde no existe ningún trabajo arquitectónico de su autoría? ¿Quién puede acceder a él? ¿Quién no?
La respuesta de Zanco al ofrecimiento aún no se ha concretado, pero por lo pronto la pieza será exhibida este próximo septiembre en el San Francisco Art Institute.
Foto: © Rene Burri / MAGNUM