Como sabemos, a finales de los 60´s y durante la década de los 70´s, surgió especialmente en Estados Unidos, aunque también en todo el mundo, el movimiento hippie.
La inmersión de filosofías orientales en la literatura Occidental por parte de autores como el maestro zen Daitsetsu Teitaro Suzuki, o Alan Watts, permearon a una juventud que además adoptó ideas marxistas y anarquistas en su filosofía política; la búsqueda por la libertad sexual derivada del psicoanálsis, el antibelicismo e ideas ecológicas y de iluminación de las ideas orientales (en gran parte también gracias a la influencia de la generación de escritores de los posguerra conocidos como los Beat).
Entre esta efervescencia de ideas en México, aunque también llegó el movimiento hippie, este se mezcló con un reencantamiento hacia el indigenismo (influenciado en gran parte por personajes como Diego Rivera y Frida Kahlo). A este movimiento hippie, tan propio de este país, el antropólogo Enrique Marroquín le llamó jipitecas (también conocido como xipitecas en alusión al indigenismo).
Características generales de los jipitecas
Revaloraron la vestimenta indígena (y su simbolismo), por ello incorporaron a su ajuar prendas milenarias como el huipil, rebozo, jorongo, sarapes.
Valoraron altamente la maestría y cosmovisión de la artesanía indígena. De ella incluso hicieron reinterpretaciones con artesanía muy particular diferenciada de la del resto de hippies del mundo; su trabajo se llamó la artesanía jipiteca.
Como el resto de los hippies confirieron profunda importancia a los alucinógenos, aunque con especial énfasis en los naturales y usados milenariamente por distintas etnias indígenas de México.
Visitaban sitios sagrados acompañados de alucinógenos, tales como Teotihuacán, Tula, Xochicalco o Monte Albán; hicieron peregrinaciones a lugares como Real de Catorce o Huahutla.
En la Ciudad de México solían reunirse, sobre todo al rededor de 1967, en el Parque Hundido, donde hacían yoga o intercambiaban ideas y alucinógenos.
Se asentaron comunas rurales que terminaron volviéndose urbanas en los años 80, entre las más conocidas están Hotel Gurdieff, El Vergel, en el valle de Oaxaca, dirigida por Margarita Dalton, hermana de Roque Dalton; Arcóiris, de Uruapan, y la de Huehuecóyotl en Amatlán, en las alturas de Tepoztlán.
En la música también se retoma el indigenismo, como por los grupos: náhuatl, ritual, Coatlicue, Los Yaqui o Chac Mool.
*Imágenes: Pedro Meyer