Como bien se sabe, la astronomía mesoamericana tenia una estrecha relación con la disposición de las construcciones. Lo han develado así imágenes de códices y cronistas prehispánicos como el padre Motolinia, quien nos relata en uno de sus textos que Moctezuma, emperador azteca, había mandado a reconstruir edificios para lograr una alineación perfecta con la posición del sol.
Entre la funcionalidad astronómica y la hierofanía religiosa del México prehispánico, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) nos confirma mediante un nuevo estudio, además de la importancia de los movimientos solares en construcciones de culturas como la maya, la conexión de los rituales y festividades agrícolas con la salida y puesta de sol pero, contrario a lo que se creía hasta ahora, los equinoccios no formaban parte de esta gran importancia.
Mediante el libro Orientaciones astronómicas en la arquitectura maya de las Tierras Bajas, el INAH nos desglosa importantísimos datos sobre las fechas marcadas por el movimiento del Sol en edificios erigidos por culturas de las “tierras bajas” –esto es Yucatán, Chiapas, Campeche, Quintana Roo, Tabasco y el Petén (Guatemala)–; desde salidas y puestas del sol, incluyendo solsticios de verano e invierno, hasta alineamientos hacia los extremos de Venus y de la Luna, e inclusive hacia las salidas o puestas de la estrella Fomalhaut.
Como advierte el estudio, de 300 edificios de 87 sitios arqueológicos de la zona sur de México, 217 edificaciones resultaron poseer esta cosmológica orientación destinada al Sol. Resulta de gran relevancia enfatizar que hasta hoy se había creído fielmente que la agricultura, arquitectura, entre otras prácticas de la época prehispánica estaban estrechamente ligadas a los equinoccios, sin embargo, con las precisiones de este libro se refuta la idea. Lo que sí considera probable este libro, es que un grupo de orientaciones marcaban las puestas de Sol en los días del cuarto de año, esto es, las fechas que ocurren dos días después del equinoccio de primavera y dos días antes del de otoño, y que junto con los solsticios dividen el año en cuatro partes de aproximadamente igual duración.
De entre las posiciones solares estudiadas, destacan las que se hayan encontradas el 12 de febrero y el 30 de octubre (el inicio y el fin del ciclo agrícola maya) un intervalo que entre fecha y otra nos da como resultado 260 días, la duración perfecta del antiguo Tzolkin, o ciclo sagrado maya. Además, bajo este resultado fue como se pudieron relacionar las festividades agrícolas que hasta el día de hoy se llevan a cabo en las regiones bajas: la mayoría coinciden con estas fechas.
Por ejemplo: los tzotziles de San Pedro Chenalhó, en los Altos de Chiapas, inician su ciclo agrícola ritual el 14 de febrero; la fiesta de la Virgen de la Candelaria también se realiza por estas fechas, una de las celebraciones fundamentales del ciclo anual en diversos poblados de las Tierras Bajas mayas que incluye la bendición de semillas. Las fechas en que se celebran los rituales relacionados con la siembra del maíz coinciden con el grupo de edificios cuyas orientaciones marcan fechas en abril y mayo, así como en agosto, cuando se recolectan los primeros elotes de maíz tierno.
*Imagen:efeverde.com