Leonora Carrington es un mundo que pareciera no dejar de expandirse. Su obra abarca, desde luego, su catálogo pictórico, pero pocos saben que también trabajó muñecas de trapo, esculturas de plata y bronce, piezas teatrales y literarias, y también escenografías.
Otro de sus lienzos poco conocidos son sus bordados. Carrington, la esoterista y humanista, diseñó tapetes con un estilo que, si bien se sale de su esencia habitual, son símbolos que nos llevan a lo oculto de su mundo. Se sabe que un artesano de Chiconcuac, el pueblo del Estado de México de donde surgió el mítico suéter que Marilyn Monroe hizo famoso en las costas de Santa Mónica en California, ayudó a Carrington a hacer estos ejemplares.
Este lugar es famoso por sus tejidos desde la época prehispánica. Antes de la llegada de los españoles se tejía el echcat (algodón) y el hilo de matl (maguey) y eran de tal calidad sus artículos que los portaban los emperadores mexicas.
Después, la lana fue el insumo con el que se continuó una tradición de tejidos y bordados.
Estos son algunos de los trabajos en conjunto entre Carrington y la herencia de este lugar (entre ellos algunos son regalos para Edward James, el surrealista escocés creador de uno de los rincones más oníricos de México, y otros amigos suyos: