Después de los aplausos, los vals y casi 100,000 pesos gastados, dicen las quinceañeras que sus ilusiones fueron cumplidas. Y es que uno de los rituales de paso a la edad adulta en México y otros países de América Latina, se trata, en pocas palabras, de hacer realidad un sueño. Este sueño no es, sin embargo, una aspiración personal, sino cultural. La fiesta de quince años es el regalo que se le promete a muchas niñas desde que son pequeñas y estas no dudarán en ensamblar un paraíso de una noche.
La fiesta que, sin duda, tiene un vínculo con la sexualidad femenina, representa "el paso de ser niña a mujer". El evento es un despliegue de una feminidad rosa, en todo su esplendor. Así, desde la extravagante decoración y hasta el exuberante traje casi barroco que porta la festejada, la fiesta de quince años es un acontecimiento memorable que sorprende a otras culturas.
Todo gira en torno al vals. Por ello las quinceañeras se preparan con varios meses de antelación para hacer gala –frente a todos sus conocidos– de su recién adquirida adultez, compartiendo unos pasos con "el chambelan". Este es un joven que ya tiene permiso de los padres para tomar a la chica de la cintura y bailar. Aún así, estos significados ligados a la grandilocuente celebración –en donde los 100,000 pesos se van en iluminación, DJ, banda, comida y bebida para los asistentes y por supuesto el vestido–, no están limpios de críticas y cuestionamientos más postmodernos.
Y aunque toda mujer tiene la responsabilidad de cuestionar la feminidad que ella misma se ha narrado; sin duda todas las quinceañeras que protagonizan nuestra galería son preciosas chicas que, como cualquier otra persona, continúan construyendo los parámetros de su propia identidad.