En noviembre de 2010, la gastronomía mexicana fue nombrada por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Detrás de esta decisión quizá uno se imagina solo gestiones diplomáticas para conseguir este nombramiento, pero la verdadera historia es sorpresiva.
Detrás de este nombramiento existe una historia peculiar y orgullosa. En 1985, un grupo de cocineras tradicionales de remotas y tradicionales comunidades del hermoso Michoacán, advirtieron que en su estado la comida mexicana corría el riesgo de perderse, ya que los nuevos "modos" traídos por compatriotas que habían migrado a Estados Unidos, estaban influyendo en el cambio de hábitos, y encontraron que los nuevos jóvenes no estaban valorando la riqueza nutricional y cultural de la gastronomía mexicana.
Estas mujeres iniciaron caravanas gastronómicas y comenzaron a exhibir su comida en la feria artesanal anual de Uruapan. Curiosamente, incluso en Michoacán, sus platillos no eran del todo conocidos, así que tuvieron qué regalarlos, con el fin de que las personas los probaran.
Estas mujeres iniciaron con el movimiento para que la Unesco declarara la gastronomía mexicana como patrimonio de la humanidad. Su primer intento fue en la Convención de París, y aunque fue negada la declaración, al siguiente año consiguieron la gran sorpresa.
Inicialmente fueron nueve mujeres purépecha de los municipios de Sichuicho, San Lorenzo, Capácuaro, Angahuan, Tarerio, Santiago Azajo, San Juan Nuevo y Caltzontzin, entre ellas Juana Bravo y Antonina González Leandro. A su caravana la apoyaron empresarios gastronómicos y Catalina Easley, una ex delegada.
Ahora Bravo es invitada a diversos lugares del mundo a cocinar sus ancestrales recetas, de hecho, recién llegó de Kenia, donde cocinó en la semana internacional gastronómica, invitada por la Secretaría de Relaciones Exteriores de ese país.
Y aunque el nombramiento tuvo qué ver con un movimiento más complejo, podría decirse que ellas fueron sus iniciales promotoras, desde su comunidades y la conciencia que aún guardan sobre el valor ancestral de la gastronomía mexicana. Su especialidad, por cierto, es la tortilla purépecha bicolor llamada Ichuskuta, verde y blanca, que para simboliza la vida y la muerte.
*Imágenes: Ubaldo Garibay/El Universal
*Fuente:
Cocineras. Mujeres indígenas rescatan la comida tradicional mexicana/ El Universal