Muchas de las piezas prehispánicas que hoy conocemos, incluso las pirámides, estaban adornadas con colores. Aunque muchas otras originalmente no los tenían, otras aún conservan sus colores iniciales.
Estos eran elaborados con multiplicidad de técnicas, extraídos de hierbas, insectos (como el añil, la grana, la cochinilla, el achiote, el palo de Campeche, etc,) Los colores asimismo guardaban significados. Muchos de los colores en el mundo nahua, por ejemplo, están asociados a los dioses, y de hecho muchos de los prefijos de los nombres de estos colores, tienen qué ver con los prefijos asignados a los nombres de los mismos dioses.
Como ejemplo, para el azul o verde se empleó el vocablo xiuhtic. Este se desprende de Xiuhtecutli, el dios más antiguo e importante de la cultura nahua, el dios del fuego: el Señor Azul.
Sobre los cuatro ejes cardinales, el rojo simbolizaba al este, a Tezcatiploca, y significaba: resurrección, fertilidad, juventud y luz. El negro simbolizaba al norte, Tezcatlipoca, noche, oscuridad, frío, sequía y muerte. El blanco al oeste, a Quetzalcóatl, al nacimiento y decadencia, misterio del origen y del fin, antigüedad y enfermedad. El azul, por su parte, al sur, Hutizilopochtli, luz, calor y fuego, clima tropical.
Las siguientes fotografías son parte de la exposición recién terminada en el Palacio de Bellas Artes llamada El Color de los Dioses.
Así lucen algunas de las piezas con su color original: