La observación rigurosa de la naturaleza resultó en una conclusión recurrente en distintas civilizaciones: la vida está conformada por ciclos, patrones que se repiten, y gracias a estos ciclos es que nosotros podemos vivir. Estaban conscientes de que si uno de estos ciclos se interrumpía entonces el ser humano se encontraría en peligro.
Por ello, fue crucial asegurar por medio de rituales que el sol volviera a nacer cada día, que las lluvias surgieran las cosechas, y naturalmente, que las estaciones ocurrieran. En esto ciclos, el inicio de la primavera fue imprescindible pues marcaba la posibilidad de la vida, y para las culturas prehispánicas, desde luego fue fundamental.
Prácticamente todas las etnias mesoamericanas reverenciaron el equinoccio de primavera, es decir la llegada de esta estación, y tanto los solsticios como los equinoccios fueron fulgurantes momentos en su vida cultural y religiosa. Diversos sitios arqueológicos en México muestran, afortunadamente hasta hoy, simbolismos para honrar el equinoccio de primavera por medio de un juego de luces y sombras provocadas por la arquitectura, en el que, en diversos casos se repite la presencia de Quetzalcóatl, el Dios Bueno, que desciende para anunciar la vida.
Hoy, cada año miles acuden a lugares como Chichén Itzá, Teotihuacán, Dzibilchaltún, El Templo Mayor y El Tajín para recibir energía o imaginar la confluencia de los astros y la vida ritual de los antepasados.
Te presentamos 3 sitios arqueológicos de México donde se manifiesta el equinoccio, y que por lo mismo, continúan siendo lugares-rituales de gran importancia en el país:
Pirámide de Kukulkán, Chichén Itzá, Yucatán
Por 30 minutos en la escalera norte del Templo de Kukulkán o El Castillo, en una esquina, durante los equinoccios de primavera y otoño se forma una serpiente como resultado de las sombra que proyectan las 9 plataformas de la ciudad haciendo 7 triángulos invertidos y esta va avanzando hacia la cabeza en forma de serpiente en la parte baja, que representa a Quetzalcóatl, así, la serpiente desciende por la pirámide hasta llegar a su personificación.
Templo de Quetzalpapálotl, Teotihuacán, Estado de México
Aquí se hace un juego de luces y sombras que ilumina partes de las almenas de la pirámide. También en Tehotihuacán, a pesar de que los teotihuacanos fueron muy distintos de los mayas en tiempo y cultura, su ingeniería para honrar el equinoccio hace alusión a Quetzalcóatl, que las 12:00 desciende y así simboliza un inicio de otro ciclo.
Templo de las 7 Muñecas, Dzibilchaltún, Yucatán
A las 5 a.m el sol aparece por el lado oriente de la pirámide, y a través de sus ventanas y puertas el sol avanza hasta que queda detrás del edificio. En ese caso, el protagonista es el sol mismo, que hace una exquisita danza.
La Ferrería, Durango
La ciudad más importante de la cultura Chalchihuites en el valle de Guadiana, Durango, fue construida a partir de la observación de los astros. Y aquí en el equinoccio de primavera, estratégicamente, su edificio conocido simplemente como La Pirámide, comienza a iluminarse. Según explica el INAH:
Conforme transcurren las horas, el rayo de luz crece, se expande a lo ancho y enciende todo el conjunto arquitectónico, mientras al pie del cerro, un petrograbado con una imagen de cacería también se aclara.El pequeño patio hundido, localizado en la parte alta de La Pirámide, marca en sus puertas y esquinas los puntos de salida del sol durante los equinoccios y solsticios. El efecto de luces y sombras se debe a la alineación del conjunto arquitectónico: la pirámide está orientada a los puntos equinocciales y solsticiales.