Cuando hablamos de educación la mayoría de nosotros pensamos en un instrumento indispensable para una sociedad. Pero más allá de las herramientas que nos aporta, una de las repercusiones más significativas de un modelo educativo son los paradigmas que este nos inculca, por ejemplo, el del “progreso”. En la visión occidental, el progreso se volcó hacia la ciencia, la tecnología, la creación de alimentos en masa, todo ello a costa del patrimonio cultural y los recursos naturales ¿pero, esto es progreso?.
Sobre esta tendencia, en México, por ejemplo, la educación postrevolucionaria tendió hacia la homogeneización de la cultura, sin dar valor a los usos y costumbres de cada etnia. Por ello, la "educación" inculcó el abandonar el campo, ir a las ciudades a buscar el "progreso", hablar español, y de ser posible, inglés. El valor de lo local, lo milenario, fue simplemente ignorado.
En San Miguel Tzinacapan, el poblado que se hizo famoso por echar a Televisa luego de filmar una tradición religiosa, existe una escuela que ha ganado reconocimiento mundial. Esta escuela no solo presume de una estrategia pedagógica, sino que transforma el paradigma sobre el valor de la propia cultura local para sus habitantes, como apunta un interesante artículo al respecto de El País.
¿Qué la hace tan distinta?
Aquí, en San Miguel Tzinacapan, la mayoría de sus habitantes se denominan maseual, y hablan náhuatl (aunque ellos tienen una variante que elimina fonéticamente la l). Está ubicado en la Sierra de Puebla. Su escuela que ha llamado la atención del mundo y se llama Instituto de San Miguel Tzinacapan (Puebla) tiene la singularidad, además de impartir clases en náhuatl, que los talleres que ofrece están fuertemente arraigados a la cultura de la zona, lo que, naturalmente, genera la valoración por la cultura del sitio, y lo que, a su vez, construye un arraigo muy importante y fortalece los lazos de comunidad. Es decir, los elementos educativos tienen qué ver, estrechamente, con su identidad.
Ejemplos
- Su modelo educativo es innovador y el aprendizaje se imparte en la lengua indígena de la zona.
- El taller de náhuatl tiene una importancia medular. Es impartido por personas de la comunidad. Con él se devuelve el valor a la lengua, y con ello el de generaciones milenarias, la herencia del ADN de la comunidad. Es, así, una manera de resurgir un autoestima colectivo que fue perdido silenciosamente.
- La propia comunidad ha formado un importante compromiso con el centro.
- Su asignatura de Tecnología se ha convertido en gran propulsora del campo, y de la revaloración del entorno de manera sustentable: como cultivar café, criar hongos, colmenas, criar mariposas, etc.,
- María del Coral Morales, directora del Instituto, gracias a su trabajo en este centro, consiguió en 1999 el premio Estatal de Investigación educativa, en 2005 el primer lugar en el concurso de Estrategias Didácticas para una Educación de Buena Calidad, también, por su trabajo en este centro, en el 2012 ganó con su tesis doctoral el premio a la mejor en educación del año.
Testimonios
Anastasio (Tacho Aguilar) es un antiguo alumno del Instituto, hoy tiene 31 años y su testimonio ayuda a entender cómo el paradigma que se inculca en la educación determina, no solo herramientas prácticas, también una forma de entender la vida. En la siguiente declaración fue capaz de encontrar la diferencia de la educación impartida en otros lugares:
Y cuando salí de aquí volví a la realidad del sistema educativo mexicano, que es desindializarte, como dijo un secretario de Educación, dejar de ser de calzón para ser un hombre de razón.
Para María del Coral Morales, directora del Instituto:
Antes era imposible que viniesen chicos desde Cuetzalan, ya que nuestra idea de educación es completamente antagónica a lo que se hace allí, donde está enfocada en que los niños se olvidasen de sus orígenes. (…) Éramos como los apestados y ahora nos mandan alumnos.
Esta escuela está mostrando que la verdadera educación debe proveernos de herramientas para la vida, pero también poner en duda el concepto de progreso que se inculca “por debajo” de las materias más habituales. El contexto de comunidad, cada uno, merece la valoración de sus propias cualidades, solo así se propicia el desarrollo del sitio, sin que el paradigma imperante llame tajantemente a seguir el proceso del mundo como Occidente los ha concebido por tantos siglos, inmerso en todos sus vacíos que apenas comienzan a reconocerse.
Imágenes: Carlos Carabaña/ El País