Desde las tradiciones precolombinas, las historietas han ido adornando la cultura popular de México. De acuerdo con los registros históricos, algunas escrituras mixtecas y catecismos náhuatl del siglo XVI, conforman una especie de antecesor de la historieta que engloba la comunicación en masas de nuestros antepasados. Sin embargo, los que actualmente llamamos historieta mexicana surge en la edad dorada del país, en la década de los 40 y 50.
Se dice que tan sólo una tirada podía vender a diario 350 000 ejemplares, mientras que un mismo ejemplar podía ser leído por una media de cinco personas. Esto produjo que alrededor de 10 millones de mexicanos fueran capaces de compartir “en sincronía los mismos deleites culturales”. El boom de las historietas mantuvieron una capacidad de lectura de un 61 por ciento de la población –alrededor del 80 por ciento de las publicaciones periódicas– en 1989. No obstante, en los años siguientes, el cómic mexicano entró en un periodo de crisis hasta casi su extinción.
Durante esta época de oro de la historieta mexicana, nuestros abuelos y padres, e inclusive algunos hermanos, crecieron con las historias de algunos cómic de autores oriundos del país. Basta con preguntarles acerca de Memín Pingüín, Kalimán, La familia Burrón –inclusive en su momento, mi abuela me pidió de regalo de cumpleaños, un libro de esta historieta–, Chanoc, Fantomas, entre otros. Cada uno de ellos brindó un aprendizaje, una anécdota, un complejo mexicano que tan sólo nosotros, inmersos en nuestra cultura, podríamos entender.
A continuación te compartimos un top 5 de las historietas que marcaron la vida de nuestros antepasados, y que probablemente, si nos atrevemos a adentrarnos en ellos, podremos comprender más el contexto de un México dorado:
Memín Pingüín. Esta historieta tiene en común la mente creadora de Rubí, Pecado de Oyuki y Alondra, convirtiéndose en una experiencia melodramática de un niño afrodescendiente con espíritu de blanco. Dulché, su autora, creó 372 capítulos semanales que fueron reeditados en 1952, en 1961 y finalmente en 1988. En 2005, formó parte de la colección de timbres postales de la serie La caricatura en México, provocando una serie de polémicas con el gobierno de EE.UU., al considerar el dibujo como racista. Esto hizo que la Editorial Vid republicara la serie a un costo más alto…
Kaliman. El séptimo hombre de la dinastía Kali, tuvo sus orígenes en el 1110 AM, radio Cadena Nacional. Sus autores, Rafael Cutberto Navarro y Modesto Vázquez González, se unieron con Luis Manuel Pelayo –voz de Kalimán– y Luis de Alba –voz de Solín– para darle vida a la historieta. Fue tal el éxito que en 1965 comenzó a realizarse la historieta, la cual se vendió semanalmente durante 26 años ininterrumpidos. Sus historias trataban acerca de cómo Kalimán, un superhéroe, se dedicaba a combatir las fuerzas del mal acompañado de un niño egipcio, Solín, y usando poderes mentales y una daga.
La familia Burrón. Esta es una de las historietas más importantes en México, la cual fue creada por Gabriel Vargas en 1948. Llegó a tirar 500 mil ejemplares, y no se dejó de publicar sino hasta el 26 de agosto de 2006 con el número de 1616. Vargas contó las desventuras de Doña Borola Tacuche de Burrón, Don Regino Burrón, El Tejocote, la Pecocha, Fóforo Cantarranas y el perro Wilson. La importancia de La familia Burrón era la fineza con que se reflejaba la vida de los habitantes del aquel entonces Distrito Federal a mitad del siglo XX.
Fantomas. Durante la década de los 60, 70 y 80, esta historieta contaba las aventuras de un ladrón que cometió robos espectaculares sólo por satisfacción para ayudar a combatir la pobreza. Como una máscara blanca, Fantomas fue una “amenaza elegante”. Sus publicaciones estuvieron a cargo de la Editorial Vid, aunque sólo se publicaron 194 números antes de que la cancelaran.
Chanoc. Chanoc es un pescador aventurero y la historia se desarrolla en el pueblo de Ixtac, en el golfo de México. Fue creada en 1959 por el escritor Martín de Lucenay y el dibujante Ángel Mora, aunque luego de la muerte de Lucenay la historia fue continuada por Pedro Zapiain Fernández y posteriormente por diversos argumentistas, como Conrado de la Torre.
El Libro Vaquero. Comenzó a publicarse en 1978 en la Ciudad de México. Aunque la historia se desarrolla en el lejano Oeste de finales del siglo XIX, esta historieta como pocas se posicionó en el gusto del los mexicanos y a la fecha continúa imprimiéndose. El tiraje, según datos de Expansión ,continúa siendo de cuatrocientos mil a la semana. La edición se continúa haciendo a mano, solo los colores de las imágenes internas son rellenos digitalmente. Las mujeres voluptuosas y la aventura sigue cautivando a un gran público, también resalta por ser de los pocos westerns donde el elemento amoroso es muy importante: los fríos vaqueros son siempre sensibilizados por las mujeres que ocupan sus hazañas heroica.
Los supermachos. Las historias de un pueblo, San Garabato de las Tunas, cuenta cómo la corrupción, el malinchismo, las tranzas caracterizan el día a día de la mexicanidad. El personaje principal, Juan Calzonzin, un indígena con conocimientos filosóficos y sociológicos, se convirtió en la quintaesencia del humor crítico mexicano. Rius y Colmenares decidieron darle vida a un gandallismo, pese a las demandas y molestias del gobierno de ese entonces.
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