En todas las sociedades, incluso en pequeñas comunidades, el hombre ha tenido qué imaginar formas de organización. Cuando la sociedad se hace más compleja y numerosa, entonces las decisiones sobre esa forma de organización suelen recaer, por su misma complejidad, en un número de hombres reducido. Es ahí donde surge el ejercicio del poder, y este último siempre ha sido una tentación fatal para el hombre, ahí donde hay poder, existe una gran posibilidad de su perversión y abuso.
Uno de los métodos más efectivos de una sociedad más justa es la regulación de ese poder, para que este se emplee de manera equilibrada y, cuando no sea así, se castigue. Los mexicas tenían muy claro que aunque los nobles y tlatoanis ostentaran una veta divina (elegidos de algún modo por los dioses), tenían que dar el ejemplo a sus gobernados y, en caso contrario, se hacían acreedores a duras penas.
Entre las medidas anti-corrupción más eficientes se encuentran los castigos, es decir las penas impuestas a aquellos que, incumpliendo su responsabilidad original, optan por corromperse. Aquí algunos ejemplos de estos castigos:
Para los nobles (pipiltin)
Merecían la pena de muerte si:
Robaban dinero de los impuestos (tributos). Eran muertos los recaudadores calpixques que cobraban de más a los súbditos con el fin de enriquecerse. También los jueces (que resolvían los conflictos civiles) y recibían sobornos.
Pero entre la sociedad mexico la corrupción no solo se castigaba severamente, sino que también se tomaban medidas preventivas, es decir, tanto la educación como las leyes cívicas, ambas notablemente estrictas, enfatizaban en valores como la obediencia, la sobriedad, la rectitud y la honestidad:
Para los niños
Como advierte Mónica del Villar en su artículo La Educación en el México Prehispánico, publicado en la revista Arqueología Mexicana:
Se habla de severos castigos a los niños por faltas como la desobediencia o la mentira, por ejemplo sentarlos desnuditos sobre un hormiguero, hincarlos entre piedras o utilizar una púa de maguey en sus lenguas. También si se excedían en la comida, se les racionaba el número de tortillas a ingerir.
Para los macehualli (pueblo)
A los macehualli les estaba prohibido embriagarse y ser infieles. Si a uno de ellos se le encontraba ebrio, en la primera ocasión se le reprimía públicamente, aunque si incurría, entonces merecía la pena de muerte. Si uno de los cónyuges era encontrado con un amante, el castigo era la muerte pública, si solo habían suspicacias, era llevada a cabo una rigurosa investigación.
Hoy que la corrupción no deja de sorprendernos, quizá habríamos de retomar, sin bien no la pena de muerte para los gobernantes corruptos, sí una filosofía en la que, más que ser personas "importantes", son servidores públicos que a su vez generan cultura y deben dar el ejemplo: es incongruente pedir a los ciudadanos decencia cuando los gobernantes no la aplican, ¿o, no?. ¿Dónde comienza el círculo vicioso “cultural” de la corrupción?
*Fuentes:
“Poder y Política en el México Prehispánico” / Revista Arqueología Mexicana num. 32