En este particular momento de la historia, estamos cada vez más acostumbrados a consumir contenidos dominados por la técnica, donde lo que importa es una versión de la realidad simétrica, bien iluminada y nítida —en muchos casos plastificada. Poco nos importa, por otro lado, un mensaje genuino, una mirada auténtica y honesta.
Paradójicamente, parece que añoramos profundamente contenidos así. Y por eso nos enamoramos de propuestas como "De mi Rancho a tu Cocina", el canal de Youtube de una preciosa cocinera tradicional mexicana que, hecho con pocos recursos técnicos, pero con muchísimo cariño, es una suerte de "experiencia inmersiva" en las cálidas entrañas de nuestra tradición culinaria.
Los videos son protagonizados por la linda y sabia Ángela, originaria de Pablo Cuin en el municipio de Ario de Rosales, Michoacán. En cada video se encarga de enseñarnos con lujo de detalle cómo se ejecutan algunas de las recetas típicas de su Rancho.
Tomándose su tiempo, armada con utensilios tradicionales (como el comal, las hermosas ollas de barro y el metate), pero ayudada por herramientas contemporáneas (como la necesaria licuadora), Ángela explica los secretos detrás de algunas delicias como el mole de rancho, el picadillo y las calabacitas con carne de cerdo.
La señora (ultra querida por sus más de medio millón de suscriptores) sabe que su regalo a nosotros es real: "me queda todo muy sabroso", repite constantemente, orgullosa. Además, aunque ella describe, humilde, sus platos como "sencillos", se da el lujo de mostrarnos (o por lo menos narrar) todo el proceso que implica cada cosa. Conectar con esa narración es esencial, nos hace valorar platillos que hemos dado por sentado.
Una tortilla —por ejemplo— no es solo eso: comienza con el grano de maíz que florece en la milpa y un elote que se cosecha, se seca, se desgrana, se nixtamaliza, se muele, se amasa, se palmea y se pone al comal. Unas calabacitas guisadas también nacen en la tierra. La linda Ángela nos lleva de paseo a su huerto, donde siembra casi todo con lo que cocina. Acompañarla mientras guisa es un auténtico lujo.
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Pero el asunto con nuestra comida es aún más complejo; se trata de una mezcla muy especial, la que hoy define nuestra gastronomía. El mole es buena evidencia: un plato que no deja de mutar y que no se conforma con la mezcla infinita de ingredientes prehispánicos, sino que enriquece su sabor con insólitas añadiduras como las galletas "crakers" (aunque algunos usan "Marías") y, por supuesto, una tablilla del clásico "chocolate abuelita".
Y no es reprochable: nuestra identidad, como nuestra cocina, tampoco ha terminado de definirse y cada detalle nuevo la dota de una deliciosa capa de sabor. Lo mismo con los utensilios: en nuestra gastronomía, la licuadora es esencial, pues la búsqueda del sabor mexicano raya en lo alquímico y necesitas descomponer todos los ingredientes para fundirlos en una materia completamente nueva y absolutamente mágica.
Cada detalle le suma a la vivencia y Ángela nos regala todo: hasta tomas crudas y extrañamente poéticas de la lluvia que cae en su rancho, los animales que corretean, los niños que juegan. Todo lo que la rodea está profundamente vivo. Tal vez ella no lo sabe, pero su cotidianidad es algo que muchos anhelamos intensamente; aunque son pocos los que aún se permiten conectar directo con su tierra a través del tacto, la vista y —por supuesto— el gusto.
*Imágenes: De mi Rancho a tu Cocina/Facebook.