La supeditación de los animales a las necesidades del hombre ha sido histórica. La capacidad de “pensar” nos ha dado "ventajas" sobre el resto de la naturaleza para ponerla a disposición de nuestros deseos, y esto pareciera que ha sido solo un espejismo, el planeta y nosotros estamos sufriendo las consecuencias de este tipo de mentalidad.
Sabemos que el descubrimiento de la agricultura fue decisivo para el desarrollo de todas las grandes civilizaciones, hace unos 9 mil años. Y este fenómeno que revolucionó la alimentación mundial y abrió paso a las artes y otros prodigios, estuvo asociado enormemente al trabajo animal como ayuda imprescindible para conseguir una mayor producción.
Hoy un movimiento de conciencia pugna por el trato digno a los animales, que los excluya de trabajos de campo, carga o incluso de entretenimiento. Aunque no necesariamente es preciso asociar la agricultura en Mesoamérica sin el uso de animales a una cultura proteccionista de estos mismos, llama la atención que el desarrollo agrícola que consiguieron (sobra nombrar que aquí se domesticó el cereal más consumido en el mundo, el maíz) se hizo prescindiendo del trabajo animal.
Recientemente María Teresa Rojas Rabiela, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), reveló que el gran desarrollo agrícola en Mesoamérica se hizo sin el uso de animales:
Lo distintivo de Mesoamérica es que no hubo domesticación de animales con los cuales los agricultores realizaran las labores del campo y de transporte, que imprimió al desarrollo social y político un sello propio, y la orientó a realizar actividades como la transformación de los paisajes y la organización social y política"
Con trabajo manual, el hombre mesoamericano consiguió la domesticación de las plantas, variación de las especies adaptadas a microclimas, sobre todo a partir del minucioso arte de la observación. El hombre mesoamericano únicamente empleó máquinas simples para trabajar la tierra, como bastones de madera endurecida al fuego, aplicada para manejo forestal, podas y deshierbes; también hachuelas para labrar la madera y cortar árboles.
Contrario a lo que se pensó por mucho tiempo, sobre todo en las primeras décadas del siglo XX, hoy sabemos que la agricultura de Mesoamérica fue variada y muy alejada de aquella vieja visión de una única y universal agricultura de roza o milpa: itinerante, técnicamente uniforme, sencilla y con predominio del cultivo del maíz.
Los ingeniosos sistemas de irrigación que construyeron, y sobre todo la maestría en la domesticación de las plantas (se sabe que en Oaxaca se encuentra la semilla domesticada más antigua de todo el continente, de calabaza) se consiguió, presumiblemente, a partir de la observación, el estudio y el trabajo. El hombre mesoamericano consiguió una de las agriculturas más avanzadas del mundo a partir de su intelecto y sus propias manos.
*Imagen; Técnicas de cultivo en el Códice Florentino.