Amelio Robles nació hacia finales del siglo XIX, en Guerrero, bajo el nombre de Amelia. A pesar de que el género que le fue asignado y con el que se le reconoció en su niñez y adolescencia era femenino, siempre destacó en actividades culturalmente masculinas. Era sumamente diestra en el manejo de las armas y de los caballos, y en 1912 se unió a la lucha revolucionaria a través de las filas zapatistas. Al principio, su participación de limitaba a tareas de mensajería y contrabando, pero poco a poco fue adquiriendo más protagonismo.
Desde que se dio de alta en el ejército, Amelia solicitó que se refirieran a ella como hombre, se cambió el nombre a Amelio y pidió que su decisión fuera respetada. Además, se vestía y comportaba íntegramente como un hombre. Su fuerte identificación masculina fue transformando su identidad ante el mundo. En palabras de Gabriela Cano: "Transitó exitosamente de una identidad femenina impuesta a una masculinidad deseada."
Amelio Robles logró valerse de los escasos recursos a su alcance para cimentar su figura y estatus. No era fácil, sobre todo al venir de un poblado rural de Guerrero, pero su determinación inquebrantable pudo con los obstáculos. En 1918 se convirtió en soldado del ejército mexicano, y su amistad con los altos mandos fue clave para que su identidad masculina se reconociera de forma oficial. Amelio era un hombre, y todo aquel que se atreviera a cuestionarlo podía vérselas difíciles.
El título de coronel le fue otorgado por el Ejército Zapatista, pero no fue sino hasta 1974 cuando la Secretaría de la Defensa Nacional lo reconoció. Gracias a un acta de nacimiento apócrifa, que lo identificaba como Amelio Malaquías Robles Ávila, fue condecorado veterano de la Revolución Mexicana. Amelio pasó a la historia, y su vida marcó un hito en materias de diversidad de género. Su participación en la Revolución como un hombre transgénero, cuya identidad fue reconocida y que incluso obtuvo el título de coronel, indica que las personas transgénero siempre han estado presentes, y que han participado de los acontecimientos históricos de México.
De nuevo, en palabras de la investigadora y docente feminista Gabriela Cano: "La transgresión de Amelio Robles no debe verse como una impugnación o reafirmación propositiva de una ideología de género, a la que se pueda juzgar positiva o negativamente, sino como una manera tan legítima como cualquier otra de articular un modo individual de ser y de sentirse."