En la cultura popular sabemos que los españoles llegaron a Tenochtitlán, y que los mexicas quedaron atónitos y fueron atacados. Sin embargo, poco se conoce de que el emperador Moctezuma supo cuando los barcos arribaron a las costas del Golfo en 1519 y que envió a funcionarios para que entregaran regalos preciosos, todos asociados a lo divino, con el fin de que los entregaran al que se creía había llegado finalmente: el dios bueno Quetzalcóatl.
La leyenda contaba que este habría de regresar y al menos 10 años antes de la llegada de los españoles a tierras mexicanas, sucedieron una serie de presagios que alertaron a Moctezuma y fortalecieron la profecía.
En el libro La Visión de los Vencidos de Miguel León Portilla se narra un episodio importante y poco conocido: los primeros encuentros en las embarcaciones españolas. El grupo de funcionarios de Moctezuma llega hasta estos barcos, anclados en las aguas del Golfo de México, para entregar los preciados regalos a "Quetzalcóatl". Cortés, para infundirles temor, hace uso de los cañones, disparando al aire, y luego acepta, seguramente maravillado por la opulencia del tributo, los regalos.
La siguiente narración es extraída de La Visión de los Vencidos que a su vez está fundamentada mayormente en los informantes de Sahagún:
Llegan los mensajeros ante los españoles
Pues cuando hubieron llegado al borde del mar, los transportaron, en barcas se los llevaron a Xicalanco. (…) Y metidos ya en sus canoas por el río fueron, llegaron a las barcas de aquellos [de los españoles], se repegaron a sus barcas. (…) Subieron a la nave. Iban llevando en los barcos los objetos. Uno a uno hicieron la ceremonia de tocar la tierra con la boca delante del capitán. (…) Atavían al capitán, le pusieron con esmero la mascara de turquesas.
Cortés trata de poner temor en los mexicas
Entonces dio órdenes el capitán; en consecuencia, fueron atados [los mexicas]; les pusieron hierros en los pies y en el cuello. Hecho eso, dispararon el canon grande.
Y en ese momento los enviados perdieron el juicio, quedaron desmayados. Cayeron, se doblaron cada uno por su lado: ya no estuvieron en sí.
Los españoles, por su parte, los levantaron, los alzaron, les dieron a beber vino y enseguida les dieron de comer, los hicieron comer. Con esto recobraron su sliento, se reconfortaron.
Luego de esto es narrado cómo Cortés intentó que los visitantes hicieran un duelo con algunos españoles al siguiente día con el fin de conocer sus habilidades guerreras, sin embargo estos se apresuraron al llegar a tierra para darle noticias sobre estos extraños hombres al señor Moctezuma, quien luego de estos reportes, quedó muy atemorizado.
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