El trabajo infantil ha sido una infección en la sociedad que ha minado tanto la salud como el bienestar de numerosas personas. De acuerdo con los datos de la UNICEF, en el mundo existen 158 millones de niños entre cinco y 14 años de edad que están obligados a aportar un sustento financiero a sus familias.
Si bien se desconocen los orígenes exactos del trabajo infantil forzado, se sabe que actualmente en México existen 3.6 millones de niños víctimas de microempresas familiares; tales como viene-viene o limpiaparabrisas en las calles, realizadores de miniperformances en los semáforos de las avenidas, calles principales o transportes públicos, o inclusive sexoservidores como consecuencia de la explotación sexual. Se trata de una población en riesgo que no cuenta con las mismas posibilidades de desarrollar una vida libre de todas las formas de violencia –física, psicológica, negligencia o sexual–, coerción, de tortura, trato cruel, inhumano o degradante.
Obligar a un niño a trabajar es interrumpir un movimiento de su naturaleza de aprendizaje y curiosidad, pues se le priva de sus necesidades y derechos básicos. Esto trae como consecuencia alteraciones en su estructura cerebral, impactando irremediablemente en sus vivencias a futuro. Se trata de una huella dolorosa en su sistema de memoria, pues se almacena como una experiencia traumática de infancia; la cual provoca que tanto el cuerpo como la mente sufran de un equilibrio forzado en los límites de la piel –llamada alostasis–: se eleva el ritmo cardíaco, se desarrollan malestares corporales, en ocasiones se sufre de ataques de pánico derivados de una hipervigilancia constante, el cuerpo se inundará de cortisol provocando migrañas, problemas con el sistema endocrino, alteraciones en la temperatura y en el cuerpo, dermatitis o inclusive asma, se planeará –inconscientemente– huir o pelear las 24/7, entre otros síntomas.
En este estado, una persona se ve afligida por una serie de problemas para concentrarse o aprender, para relacionarse y mostrar o recibir afecto; experimentar síntomas de depresión, ansiedad y hasta disociación entre cuerpo y mente –adormecimiento de una parte del cuerpo– o de mente y mente –flashbacks, vivencia donde se está sin estar–; encontrar dificultad para regular emociones como la ira, el miedo o la tristeza; tender a exponerse constantemente a situaciones de riesgo y autosabotajes; sentir con especial potencia una mezcla de enojo, culpa, vergüenza, ansiedad, estancamiento, incomprensión, codependencia, miedo al abandono, frustración, fatiga crónica, etcétera.
Como respuesta ante esta problemática social, Nick Nogués ha puesto en marcha BalloONG, #InflaunRespiro. Se trata de un proyecto activista-creativo puesto en escena por MIRACLE, el cual pone como objetivo el impulsar la solidaridad de los mexicanos a través del aire de sus pulmones para inflar globos biodegradables. Es decir que con una bolsa de globos –ecosustentables– usados en fiestas para los hijos, sobrinos, primos o nietos, se puede combatir la desigualdad e injusticia en que cierta población infantil sobre al no gozar de sus derechos.
En otras palabras, BalloONG, #InflaunRespiro tiene el objetivo de recaudar los fondos suficientes para apoyar directamente a los derechos de los niños que sobreviven al trabajo forzado en México. Para más información, te compartimos el siguiente video en el que se da a conocer el proyecto en palabras de su creador: