Los textiles indígenas mexicanos son un vestigio vivo de significado (una cosmogonía en símbolos) y resultado de una maestría increíble; por ello, y por numerosísimas razones, es imprescindible su consumo responsable.En los últimos años escándalos internacionales hicieron que volteáramos a ver cómo los textiles étnicos se han menospreciado históricamente: como ejemplo el diseño que una diseñadora francesa copió de los mixes en Oaxaca; el caso generó apoyo en Change.org, la chica tuvo que reconocer su error y se creó una ley en Oaxaca para proteger la autoría de las artesanías indígenas.
Ahora, un francés, de nuevo, ha indignado enormemente en redes sociales y el caso ha sido retomado por numerosos medios de comunicación. Su nombre es Christian Louboutin. Solo la cuenta oficial de su marca de modas cuenta con más de 2 millones de seguidores en Twitter; sus atrevidos diseños incluyen en muchas ocasiones influencias culturales externas a occidente.
Hace unos meses Louboutin publicó la línea Mexicaba, para la cual, de hecho, buscó a este medio para su promoción. Los diseños, muy mexicanos, estuvieron inspirados en la cultura maya y fueron bordados por tejedoras de esta etnia.
La promoción de los bolsos incluyó decenas de fotografías del diseñador “reconociendo” la maestría en el trabajo de las artesanas (¡en una de ellas sale hincado! y consiguió más de 29 likes en Instagram).
La polémica se generó cuando El Universal encontró, a partir de una investigación, que a las artesanas les pagaron cada bordado a al rededor de 235 pesos, por bolsos que se vendieron, cada uno, en 28 mil pesos.
La indignación, naturalmente, surgió en redes sociales, y en entrevista para El País, Graciela Zavala, representante de la fundación que fungió como mediadora (Fundación Haciendas del mundo maya) explicó, que si bien a las mujeres sí se les pagó ese precio por cada bordado, el diseñador se comprometió a donar el 10% de las ganancias de cada bolso a esta Fundación que ayuda a diversas comunidades.
Aún así, la indignación continúa en el aire, siendo que la ganancia directa, esa que proclama el comercio justo, no luce del todo justa cuando se comparan 235 pesos con 28 mil. Más aún, siendo que estas mujeres fueron prácticamente la imagen publicitaria de estos 2 mil bolsos que ya están agotados.
El caso nos invita a revisar los conceptos de comercio justo, y precisamente, a no creer de entrada en este tipo de etiquetas, ya que podrían ser parte de una cuestión de imagen, más allá del resultado real.