México es sin duda uno de los países que disfrutan de un mayor universo de fritangas, botanas y similares. Y cuando se habla de este rubro, es difícil no pensar (y salivar) en los deliciosos cacahuates japoneses, una botana que curiosamente nació en nuestro país pero que no por eso su nombre es del todo erróneo.
Alguna vez te has preguntado, mientras saboreas esa confluencia de sabores ácido y picosito –con un cierto eco tierroso–, de dónde provienen los cacahuates japoneses y si su origen tiene en realidad algo que ver con Japón. Esta interrogante puede parecer irrelevante pero en el clímax de tu comunión con su sabor es casi inevitable, al menos en algún momento de la vida, preguntártelo.
Origen de una delicia
El investigador Sergio Hernández Galindo, en su trabajo Japoneses la comunidad en busca de un nuevo sol naciente, citado por Aurelio Asiain en su blog, habla sobre la creación de estos cacahuates:
En 1945, Yoshigei Nakatani fundó una de las primeras empresas que elaboró (sic) un cacahuate enharinado y sazonado con salsa de soya conocido como cacahuate japonés, aunque en realidad no había sido consumido en Japón. El joven Nakatani llegó a México en 1932 como empleado de la empresa El Nuevo Japón del señor Kato, para iniciar la factura del botón de concha que tuvo mucho éxito pero que, al desatarse la guerra, dejó de fabricarse. En un principio los cacahuates se preparaban en un pequeño local ubicado en La Merced y la distribución se hacía de mano en mano.
Los consumidores iban a comprar los cacahuates con el japonés, de ahí el origen de su nombre. El señor Nakatani poco antes de la guerra se casó con una joven mexicana, lo que le permitió trabajar durante el periodo de concentración sin ser recluido. "Mi abuelo —dice su nieta Claudia Nakatani— iba con su diablito a vender lo que había producido en la mañana, el objetivo era sacar el día a día. "Décadas después, se fue dando forma a la empresa y se le dio el nombre de Nipón, que actualmente sigue distribuyendo el producto. Entre 1950 y 1975 los clientes de Nipón fueron mayoristas de La Merced y la Central de Abastos, lo que permitió que el negocio pasara de ser un pequeño establecimiento a una empresa en 1975 y se registrara la marca en 1977. A pesar de la fuerte competencia de empresas como Bimbo, Sabritas y Mafer, que empezaron a participar en el mercado al ver la gran demanda de ese producto, Nipón sigue produciendo los famosos cacahuates japoneses.
Cómo podemos constatar en la investigación de Hernández, los cacahuates japoneses fueron en efecto creados por un japonés. Sin embargo, esta pequeña epifanía saborea fue consumada en México, y seguramente influenciada por los sabores y demás estímulos de nuestro país. En resumen, podríamos afirmar que los cacahuates japoneses son un brillante híbrido entre dos destacadas culturas, algo que quizá explica el por qué de su peculiar exquisitez.