La diversidad natural y el profundo conocimiento herbolario confluyen en México como tal vez en ningún otro país del mundo. Este abrazador menú botánico está dispuesto no solo para atender incontables necesidades médicas, también para facilitar numerosos rituales y experiencias místicas; para comprobarlo basta echar un vistazo a la cantidad de "plantas de poder" que crecen y han sido utilizadas milenariamente entre las distintas culturas que han habitado este país.
Un caso notable es el de la hierba de los sueños o planta de dios (Calea zacatechichi). Esta especie no solo tiene un rol medicinal, ya que se utiliza para combatir la fiebre o como astringente, contra malestares estomacales, cólicos, nausea y diarrea, sino que su uso ritual fue recurrente debido a una sugerente cualidad: la de actuar como onirógeno o facilitador de sueños lúcidos.
Cualidades oneirógenas
Si bien se atribuyen propiedades alucinógenas a la calea, pues agudiza los sentidos y puede detonar, aunque sutilmente, un cierto flujo alucinatorio, su principal condición tiene que ver con la inducción de sueños nítidos. Como onirógeno, uso común que se le da entre los chontales de Oaxaca, se ingiere a manera de infusión y luego luego se fuma un cigarrillo de la misma hierba. Esta ingesta combinada produce un estado de soñolencia y luego detona un desfile de "imagería hipnagógica" –esos pensamientos no lineales, y particularmente visuales, que caracterizan el estado previo a quedarnos dormidos–.
La calea es un arbusto que debe sus propiedades psicoactivas a una alta presencia de alcaloides en su composición. Generalmente crece en clima cálido (desde el nivel del mar hasta 300 metros por encima del mismo) y forma parte de la tradición herbolaria, medicinal, de comunidades en diversos estados, entre ellos Oaxaca, Morelos, San Luís Potosí y Michoacán.
Uso ritual
En el caso de la ingestión ritual de Calea zacatechichi que practican los chontales, la persona suele recostarse o sentarse en lugar silencioso, calmo, y se prepara ahí para navegar ese tenue filo que separa la realidad "despierta" del mundo de los sueños. Se reconoce que la dosis ha sido suficiente cuando el sentir de los latidos del corazón se intensifica y se logra escucharlos como "desde adentro" –lo cual por cierto es en sí una hermosa metáfora–. Eventualmente, cuando uno se duerme experimenta una procesión de sueños particularmente vívidos que ellos interpretan como mensajes de otro mundo, el de los espíritus.
Y si los sueños son, no solo dentro de las creencias chontales sino de incontables culturas alrededor del mundo, atisbos de otro plano, y por lo tanto transmiten información particularmente sensible y valiosa, entonces sobra recalcar la relevancia que adquiere esta fascinante planta, la calea, en la exploración metafísica de aquel que con ella se acompaña.