Los árboles, desde hace milenios, han fungido como referentes fundamentales del paisaje humano. Su relación con nuestra especie es contundente, omnidireccional, y tiene repercusiones en incontables planos. Desde el refugio hasta la economía, pasando por la estética, la "ecosistemia" y la inspiración, los árboles se cuentan, sin duda, entre los más generosos aliados de la humanidad.
Cada país, cada cultura, tiene sus propios árboles, aquellos que han estelarizado mitos o leyendas, que han proveído recursos a la economía local o que fungen como distintivos paisajísticos –entre otros muchos criterios de predilección. Y obviamente México, un país que desborda en riqueza natural, no es la excepción.
Si pensamos en árboles "mexicanos" es muy probable que emerja, antes que cualquier otra especie, la formidable figura de un sabino o ahuehuete. Ya después vendrían quizá la vigorosa ceiba –como aquellas que vigilan, decididamente, la selva de Palenque–, o incluso la jacaranda que, aunque procedente de Brasil, engalana decenas de ciudades en México y se ubica entre los árboles consentidos de muchos de sus habitantes.
Pero para justificar nuestra elección del ahuehuete (Taxodium mucromatum) como el "árbol más mexicano", podríamos, además de recordar que entre sus nombres internacionalmente reconocidos se incluyen los de ciprés mexicano y ciprés Moctezuma, aludir a que, curiosamente, los árboles más famosos del país, uno por su fisiología y otro por su papel histórico, pertenecen a esta especie:
Árbol del Tule (Tule, Oaxaca)
Este espléndido ejemplar se encuentra entre los árboles más famosos del planeta. Y es que su descomunal corpulencia (14 metros de ancho, casi 42 de altura y 636 toneladas de peso), combinado con una imponente y encantadora figura, hacen de él un ser apasionante. El Tule se encuentra en Oaxaca, en el pueblo de Santa María del Tule, se estima que debe tener alrededor de dos mil años y es oficialmente "el árbol más grueso del mundo" .
El árbol de la Noche Triste (Popotla, Ciudad de México)
Indudablemente se trata de uno de los árboles más significativos en la historia de nuestro país. Y es que al parecer cobijó a Hernán Cortés la noche de su derrota inicial frente a los guerreros aztecas que defendían su ciudad, Tenochtitlán, del acecho de los españoles. Según la historia en este árbol se sentó el conquistador a llorar su derrota. Actualmente quedan vestigios de este ejemplar que murió tras sufrir un segundo incendio en 1981, pero hasta la fecha sigue de pie, como el eco de un guerrero, sobre la calzada México-Tacuba, en la Ciudad de México.
El Sargento (Chapultepec, Ciudad de México)
Según la leyenda, este precioso ejemplar fue plantado por Netzahualcóyotl a solicitud de Moctezuma. Se calcula que previo a su muerte, se secó en 1969, el Sargento llevaba de pie alrededor de cinco siglos, lo cual le coloca como el árbol más viejo de todo el Bosque de Chapultepec, una distinción bastante preciada si consideramos que se trata de un lugar sagrado que, además, cumple con una función vital en la Ciudad de México: purificar el aire.
Sobra decir que este ejercicio es en esencia subjetivo, ya que no existe un criterio absoluto para determinar la especie arbórea que se ubica más alto en la escala de la mexicaneidad. Pero al menos parece que existen unos cuantos argumentos que difícilmente podrían derrocarse, abogando por esta imponente especie.
* Imágenes: 1) Universidad Veracruzana; 2) Eljaivan / Wikimedia Commons; 3) ProtoplasmaKid / Wikimedia Commons.