Todos contamos con uno pero prácticamente pocos pensamos en ellos: los cuartos de azotea. Suelen usarse como un espacio donde descansa algún empleado de la casa, asociado normalmente a la persona encargada de la limpieza. Suelen ser muy sencillos, y desde su simplicidad son como anónimos, discretos y paradójicamente, ofrecen una de las mayores vetas poéticas disponibles en la ciudad: la vista desde las alturas de casas, techos, personas e historias.
La escritora mexicana Valeria Luiselli publicó en The Guardian una original e interesante recopilación de artistas mexicanos, que sobre todo durante la primera mitad del siglo pasado, vivieron en azoteas –primero por ser más económico, y segundo quizá por la naturaleza poética y contracultural de estos espacios.
Acá algunos de los ejemplos de artistas mexicanos documentados por Luiselli que en algún momento habitaron las azoteas:
Alfonso Reyes:
Quizá el mejor escritor mexicano que haya existido, ampliamente admirado por Jorge Luis Borges. Vivió y trabajaba en un cuarto de azotea en Isabel la Católica. Luiselli nos cuenta que justo desde este espacio escribió su conocido texto "Panorámicos".
Los domingos, cuando ya los vidrios de las ventanas altas parecen, con la roja luz que reflejan, bocas de hornos encendidos; a poco que el sol se hace más soportable y arrastra sobre la ciudad sus rayos horizontales, la gente de México aparece en las azoteas y se da a mirar las calles, a mirar el cielo, a espiar las casas vecinas, a no hacer nada … he aquí que surge por las azoteas la gente aburrida, hombres que se están largo tiempo reclinados sobre el antepecho, mirando alguna diminuta figura que se mueve por otra azotea, en el horizonte, a lo más lejano que alcanzan los ojos. Otras veces, son grupos de muchachos que improvisan estrados sobre la irregular superficie de la azotea y charlan y ríen con sonoros gritos sintiéndose acaso, en esta altura, un poco libertados del enojoso ambiente humano y a cuyo porte da más aire de familiaridad el andar en mangas de camisa —pues en una azotea nadie tiene vergüenza de exhibirse así—.
Dr Atl y Nahui Ollin; en la azotea del antiguo Convento de la Merced
Ambos cambiaron sus nombres a náhuatl. El primero, el gran pintor mexicano de los volcanes, y Ollin, pintora, poetisa, modelo e irreverente, mantuvieron uno de los romances más escandalosos de los años 20 en la azotea de un edificio tradicional, originalmente dedicado al culto religioso.
Atl llegó ahí encontrando un refugio luego de ser perseguido por sus ideas políticas; Ollin por el magnetismo de una azotea habitada por Atl.
Ella solía posar desnuda por horas en la azotea, leyendo y pintando. La sociedad de ese tiempo simplemente no soportaba la blasfemia simbólica de una pareja como esta, en un edifico como este, incluso en la discreción de su humilde azotea.
Edward Weston y Tina Modotti
Probablemente en una de las casas más curiosas del Ciudad de México, en la esquina donde se entrecruzan Veracruz y Mazatlán (donde ahora yace un extraño y evocador buda blanco), vivió esta pareja.
Modotti, la fotógrafa italiana, modelo, musa, y activista social, y su amante Weston, fotógrafo estadounidense, transgredieron también las convenciones sociales de su época con su relación abierta; en la azotea donde vivían, la desnudez y la experimentación sexual era un estilo de vida.
Salvador Novo y Xavier Villaurrutia
Ambos poetas, y de algún modo los líderes de la generación que marcó un inicio para la liberación de los homosexuales en México, en su azotea de la calle de Brasil editaron revistas como Ulises. Ahí muchas ideas fluían y propulsarían derechos de los que hoy gozamos abiertamente.
Las azoteas, así, figuraron un papel importante porque no solo fueron el escenario de pinturas icónicas o fotografías, como la llamada Tina Modotti en la Azotea, también aquí se desenvolvieron estilos de vida que simplemente retaban a una sociedad conservadora, y eran también como una especie de escape creativo de una realidad recién salida de la Revolución.
Fueron escenario de ideas y de discusiones que luego permearon nuestras vidas sin que nosotros sospecháramos que venían de allá, de lo alto.
*Imágenes: 1 y 2)INBA; 4)Santiago Arau