Tras casi cuatro años de lucha, el 6 de diciembre se registró un evento que oficializaba, o al menos legitimaba simbólicamente, el triunfo de las fuerzas revolucionarias de México. Nos referimos a la épica entrada de Emiliano Zapata y Francisco Villa, junto con sus respectivos ejércitos, a la Ciudad de México. Por fortuna el histórico suceso fue documentado por los Hermanos Alva en este video, propiedad de la Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Dos días antes Zapata y Villa se habían reunido a las afueras de la capital de México, en Xochimilco. Tanto "El Caudillo de Sur" y como el "El Centauro de Norte" habían desconocido a Venustiano Carranza como presidente de México y, tras jugarse lúcidamente la vida por una causa común, ese 4 de diciembre sellaron oficialmente una alianza mediante el Pacto de Xochimilco. Durante el encuentro almorzaron mole con guajolote, tamales y frijoles, y se dice que Zapata, quien se dice que en caballerosidad superaba ampliamente a Villa, cedió la silla principal al chihuahuense.
El 6 de diciembre de 1914 ambos ejercito ingresaron a la capital, zapatistas y villistas, unos con su tradicional vestimenta charra y los otros con su característico uniforme caqui. Juntos recorrieron las calles de la Ciudad de México, portando diversos estandartes, entre ellos el de la Virgen de Guadalupe, hasta llegar a Chapultepec. Ahí se congregaron unos cincuenta mil hombres para, encabezados por el par de líderes, desfilar por Paseo de la Reforma hasta llegar al Palacio Nacional. En el recinto los aguardaban Eulalio Gutiérrez (presidente interino que tomó el cargo luego de la huída de Carranza hacia Veracruz) y sus ministros.
Villa y Zapata fueron recibidos con un banquete, tras el cual ocurrió una simpática anécdota: ambos entran al salón principal y el primero se sentó en la silla presidencial, con Zapata a un lado y Tomás Urbina al otro. El momento fue inmortalizado por Agustín Víctor Casasola en una de las fotografías más famosas de los tiempos revolucionarios. Posteriormente Villa ofreció su lugar a Zapata pero este se negó a tomar la silla presidencial alegando que sentarse ahí transformaba a las personas en gente mala. Cabe señalar que durante su encuentro en Xochimilco ambos habían reafirmado que no tenían intención alguna de tomar las riendas institucionales del país.
La trascendencia de este documento fílmico en la historia e identidad mexicana es fundamental. A fin de cuentas se trata de un emotivo recordatorio de una de las vetas identitarias más significativas de la cultura de México: la revolucionaria.
* Imágenes: Secretaría de Cultura