Una fotografía conjuga una suma de decisiones. Frente a un evento, quien captura la imagen se hace responsable de contar una historia particular sobre el objeto enfocado. Por otro lado, la visualidad en nuestro tiempo es un asunto fortuito: dejamos pasar imágenes constantemente, sin dedicarles suficiente; y, de la misma manera, capturamos a otros sin hacernos responsables sobre la historia que en este acto relatamos.
Los formatos contemporáneos son en ese sentido ultra sencillos: cuadrados, donde la composición es evidente; sugiriendo al observador la posibilidad de consumir vorazmente imágenes, cuando le sea necesario.
Por otro lado, aún podemos valernos de propuestas vigentes y hermosas como "Litorales", un proyecto de Francisco Mata Rosas y Eniac Martínez. El proceso consistió en que los amigos, ambos fotógrafos mexicanos, emprendieran un viaje para recorrer las riberas, costas y otros márgenes de la república: los litorales. Su idea era "dibujar el perfil del país".
Estos encantadores retratos limítrofes (y costeños) de México cumplen múltiples funciones. Por un lado, las fotografías de "Litorales", están tomadas en el formato 6×16, lo que les imprime una visión panorámica que exige ser recorrida por el espectador y que al fotógrafo obliga a tomar en serio cada detalle de la composición; sobre todo porque estas panorámicas no son de paisajes —que se pintan solos— sino de delicadas escenas que narran lo social y cultural.
Pero este es el trabajo del fotógrafo: elegir las herramientas adecuadas para transmitir una idea que, si se supone compleja, necesita construir una relación entre uno o más objetos y el territorio que los contiene. Los elementos de un extremo están conectados con el otro, en un equilibrio muy particular que nos sugiere relacionar cosas distantes —como un mar con otro— y pensar qué tienen en común.
Para un país aparentemente dividido y con las fronteras muy marcadas, encontrar estos puntos de encuentro, estos puentes, es fundamental. Las imágenes de "Litorales" nos regalan esta premisa, pues quizás estén tratando de llegar a las partes más distantes del país, a sus límites territoriales y transmitir una sensación de unidad. Como si en lugar de "fronteras" retrataran la piel que nos recubre, evidenciando también sensuales pliegues: umbrales donde los litorales se funden con el horizonte.