Mucho se ha dicho sobre los chakas, si son una moda o una subcultura urbana en ciernes. Su manera de vestir, al utilizar ropa hechizo de colores vivos, peinados para algunos “raros” y su devoción a San Judas Tadeo es lo que salta a primera vista. La asociación de este grupo de personas con la vida criminal, el uso de drogas y el gusto por el reggaeton, resulta otra idea en común.
Sin embargo, muy pocas veces se ha hecho un esfuerzo por realmente comprender quiénes son. Un grupo social que, –debido a que posee características distintas a las de cultura dominante–, es una subcultura y bien podría compararse en su tiempo a los pachucos, tribu que también fue marginada en su época.
Al igual que la palabra pachuco, cuyo significado original era feo y mal visto, la palabra chaca tiene una connotación negativa. Acorde a muchos, ésta proviene del vocablo chacal, animal carroñero y, que simbólicamente, alude a un indigente o persona non grata.
No obstante, las características que los definen van más allá. El uso de ropa de colores chillantes, alhajas de fantasía y cortes que rememoran nuevos tipos de mohicanos son la prueba. La llamativa devoción por San Juditas, santo conocido por las causas perdidas, es otro de los máximos estandartes del grupo.
Debido a esta devoción, muchos se reúnen el 28 de cada mes en la iglesia de San Hipólito. Este tipo de reuniones no pasan desapercibidas en el centro de la Ciudad de México, donde las líneas del metro se saturan y, dentro los vagones, se puede ver más de una persona con la figura miniatura del santo. La cantidad de aglomeración de dichos creyentes es impresionante y, sin duda alguna, constituye una rememoración a las procesiones de antaño.
El sentido de comunidad que generan esta aglutinación de personas, debido a sus convicciones, resulta interesante. En un México donde las diferencias pueden ser polémicas, la unión y festejo pueden ganar.
Durante dichas reuniones, la atmósfera en torno a la iglesia de San Hipólito resulta festiva y, a pesar de que esta subcultura es identificado por el uso de drogas como la “mona” -inhalante de gas considerado adictivo -, prueba que tienen otras maneras de socializar, como el baile o la bebida. Además, el uso de drogas no es particular de una subcultura, por lo que pensar que esta es una característica única de los chacas es errado.
Tal vez, más allá de observar las diferencias en torno a la gente que habita un país, al igual que sus creencias, lo importante es ver la pasión con la que las enaltecen y la manera en que las manifiestan. Después de todo, las subculturas urbanas como ésta, terminan por volverse un mito o recurrencia cultural. El caso de los chacas es un ejemplo.
Referencia de imágenes: 1), 2), 4) de Toni François y 3) de heriberto Rodriguez