Francisco Álvarez Quiñones es un enamorado de la cosmogonía maya, que contra todo pronóstico ha pervivido por más de 500 años. En Chiapas, por ejemplo, aún existen 11 etnias; y ellos, los que persisten, conocen que su forma de ver el mundo es demasiado valiosa. Cabe cuestionarnos la visión Occidental del éxito individual, la acumulación de cosas materiales ¿realmente nos da calidad de vida? ¿nos hace felices?
En esta entrevista este mexicano que ha trabajado en la zona maya de los Altos de Chiapas por más de 40 años años, desde su labor en la asociación que promueve el teatro y la literatura maya Sna Jtz’ibajom, nos da una deliciosa y resumida introducción a la manera en que estos pueblos ancestrales ven el mundo.
Acá algunas pinceladas de las lecciones que Francisco nos comparte desde su trabajo de acercamiento con estas etnias durante décadas:
¿Qué podríamos aprender de los mayas?
Entre muchísimas lecciones que las cosas no son carentes de vida; la misma Tierra tiene un alma y una mesa tiene un rostro, ese rostro la humaniza y le da calidez de alma; las cosas también tienen alma, que sería la esencia de las cosas. En la ciencia esto sería la vibración de la materia y la energía: eso es lo que perciben los curanderos mayas (que en realidad son los consejeros de las comunidades), todo tiene una espiritualidad.
¿Cuáles sería, luego de todo lo que has aprendido, los valores mayas que habríamos de retomar los mexicanos?
Hay muchos mayas, por ejemplo, que no se consideran pobres. Ello, aunque para los parámetros de la sociedad Occidental moderna no tener coche, una casa de material, y una serie de satisfactores, es pobreza. Para ellos la vida en la naturaleza con un sentido sagrado de las cosas es en realidad una calidad de vida.
Consejos para conseguir un México más luminoso:
Pues mira, si somos lo que comemos, entonces hemos trastocado completamente nuestro sistema alimentario, que para mi es básico porque, por ejemplo, para los mayas la esencia del maíz y la del hombre es la misma, debemos dar un valor sagrado a lo que comemos y retomar nuestra relación con la Tierra. El agrado de trabajar con la madre Tierra, considerar que la Tierra está viva, que tiene alma y es capaz de ver, sentir, pensar, y ver, también tiene una conciencia. (…)Retomar también valores como el trabajo del tequio; unidad, identidad, tener empatía, ponerte en los zapatos de alguien que sufre más y tratar de ayudar; hacer redes, fijarnos en los valores ancestrales que nos han permitido llegar a esta época.
Imágenes: Archivo +deMx