La activista maya, Leydy Pech, defiende mucho más que sólo las abejas, lucha por la autodeterminación de su comunidad, por el reconocimiento de los derechos humanos y de la naturaleza.
La vida de una persona se determina, en cierto sentido, por el contexto en el que le tocó habitar. Eso es lo que hay, cada ser humano es atravesado por fuerzas políticas, económicas y sociales que modelan su existencia. Y aunque eso enmarca parte de la identidad de un sujeto, no lo es todo. Lo más importante es lo que se decide hacer con eso.
La increíble trayectoria de Leydy Araceli Pech Marín, es un ejemplo claro de ello. En el año 2000, esta mujer maya, de Hopelchén, Campeche, se percató de que la empresa multinacional de Monsanto (hoy propiedad de Bayer) empezó a cultivar soja genéticamente modificada en su Estado. Lo que empezó como cultivos de pequeñas parcelas, para 2012 se transformó en un proyecto agroindustrial gigantesco.
Leydy Pech es apicultura, un oficio que tiene una historia cultural de más de 3 mil años en México. Aprendió a trabajar con las abejas meliponas, ellas se volvieron su ingreso familiar. La experiencia le dió credenciales de experta. Educó su mirada para percibir cosas que, posiblemente, pocas personas podrían ver. Así fue como se dio cuenta de que, tras la llegada de Monsanto, empezó a disminuir la producción de miel y aumentó la contaminación.
Una sola empresa, de pronto, puso en riesgo el suministro de alimentos, el medioambiente y la vida de su comunidad. El ecosistema del sureste mexicano estaba en peligro y Pech decidió hacer algo al respecto.
La batalla legal entre Leydy Pech y Monsanto
Ese mismo año, Pech organizó una coalición para presentar una demanda contra el Gobierno mexicano. Tenían que detener la siembra de soja genéticamente modificada, que estaba devastando al medioambiente, a sus abejas y a todo lo que depende de ellas.
La lucha no fue sencilla, porque todo el sistema de justicia mexicano y el cabildeo empresarial a nivel global no está diseñado para escuchar voces críticas, que, en este caso, han sido ignoradas por años. Ser indígena, incluso con el respaldo de una comunidad entera, supone de entrada una barrera para acceder a los fundamentos básicos de la justicia. Más aún si la denuncia tiene que ver con una de las empresas más influyentes a nivel mundial: Monsanto.
Afortunadamente, tras la aguda organización y perseverancia de Pech y la coalición, lograron que, en noviembre del 2015, la Suprema Corte de México dictaminara de manera unánime que el gobierno debía realizar previas consultas en las comunidades indígenas, antes de sembrar semillas modificadas genéticamente. Y, para cerrar con broche de oro, dos años después, el gobierno de México revocó los permisos que tenía la compañía en seis Estados de la república, incluyendo a Campeche.
Gracias a esta gran cruzada, para preservar a la Melipona beecheii, este año recibió el Premio Goldman.
Leydy Pech es mucho más que una activista ambiental. Sus luchas son un apuesta integral por una cultura del cuidado, que entiende el balance delicado del que dependen los ecosistemas y los seres humanos. Defiende una forma de vida.
Premio “Nobel” de medioambiente 2020 para Leydy Pech
Leydy Pech: una lucha, muchas caras
Una lucha que va desde la igualdad de género hasta transgénicos.
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