Maija Awi es un ejercicio artístico que nos invita a reflexionar sobre el vínculo que tenemos con el territorio.
En las aguas de azul profundo de Baja California se cuenta que, hace muchos años, habitaba la serpiente del agua, Maija Awi, conocida así por los kumiai, antiguo pueblo originario que habitaba en el noroeste de México. Este magnánimo ser era poseedor de todo el conocimiento del mundo; su cuerpo contenía la medicina, la danza, los cantos, la música, así el listado era infinito. En una ocasión se acercó a la costa para alimentarse. Los kumiai, abiertos a recibir su sabiduría, la deleitaron con exquisitos manjares; se trataba de un intercambio. La serpiente, en una experiencia de éxtasis por el festín, no se dio cuenta que estaba llena y murió de empacho. Entonces, el pueblo kumiai decidió quemar a la enorme serpiente. De Maija Awi quedaron solo las cenizas, pero con ellas se esparció por toda la tierra y sus pobladores todo su conocimiento.
Pepe Mogot, y todas las personas involucradas en hacer la instalación audiovisual de Maija Awi, da a conocer esta leyenda de formas insospechadas. Lo enigmático de la pieza resuena con la mística zona de La Rumorosa, Baja California. A través de la imagen, el sonido y la palabra, exploramos las texturas y colores que esculpen a parte del territorio bajacaliforniano. El recurso de la repetición a lo largo del filme, nos recuerda que nunca nada es lo mismo y que, en todo caso, cada vez que miramos podemos llegar a un lugar más profundo donde, tal vez, se revela la imagen verdadera (si acaso existe).
La relación entre humanos y naturaleza está ahí, es indeleble, porque si miramos con cuidado nos damos cuenta que son la misma cosa. La forma en la que vemos el mundo, nuestra cosmovisión, está influenciada indiscutiblemente por el territorio que habitamos. Reconociendo esto, Armando García Orso, Subsecretario de Patrimonio de Baja California, dijo en entrevista con Más de México que Maija Awi retrata una zona fundamental de la identidad de la región. La Rumorosa es el camino que une a la ciudad con todos los municipios de la localidad. La pieza, según García Orso, atiende diferentes dimensiones del patrimonio. Porque esta instalación se desprende de un concepto fundamental: "el paisaje cultural es la síntesis entre el medio natural y la intervención del humano". Ese paisaje, dijo, es irrenunciable. Está en todas partes.
El viaje que inicia en La Rumorosa termina en el Campo Alaska, donde la noche es inagotable y dialoga con monumentales instalaciones de luz que, de forma críptica, comparten la leyenda de Maija Awi con pinturas rupestres, animaciones y vibrantes imágenes que retratan el territorio que alguna vez fue hogar de la serpiente y donde ahora solo queda el eco vivo su sabiduría.
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