Para una persona como yo, que soy trabajador independiente, a veces me es un poco confuso el saber en que día vivo. Se muy bien que se escucha extraño pero el no tener una referencia clara de los "tradicionales" días laborales y los días de descanso me ha llevado en más de una ocasión a confundirme respecto a la fecha en que me encuentro… ¡Pero no existe mayor problema al respecto: simplemente volteo a ver la carátula de mi reloj y la duda queda resuelta al instante!.
Por lo que acabo de mencionar pueden darse cuenta que soy de los que aun usan reloj de pulsera, objeto que al parecer está en vías de volverse un gusto anacrónico. Por otra parte, he notado como mi comportamiento y costumbres evolucionan en función social de la tecnología que me rodea… En otras palabras; cada vez me es más y más común el consultar el calendario directamente en mi teléfono celular: ¡Adiós a las agendas de papel y a los calendarios de escritorio!
Todo lo anterior es solo una reflexión sobre la manera en que cambia el modo de contabilizar el transcurrir del tiempo; los días, meses y las estaciones del año, en nuestra vida diaria.
Por supuesto, en el pasado las cosas eran muy distintas…
Cuando visito antiguos conventos e iglesias de la época colonial me gusta observar los relojes solares que, aunque ya no son considerados como un objeto utilitario por prácticamente ninguna persona; estos instrumentos continúan de manera fiel y precisa, dando la hora infaliblemente a través de los años, las décadas y los siglos.
Mucho más tiempo atrás, en la época prehispánica, el conocer de manera precisa el día en que uno se encontraba eran de gran importancia para honrar a la deidad suprema que regia la festividad de cada ciclo temporal en el calendario ritual.
Nuestros antepasados observan el movimiento de los astros: la luna, los planetas, las estrellas y el sol. Como resultado de esa observación meticulosa del firmamento, fue obvio el percatarse que los objetos de la bóveda celeste trazaban ciclos precisos con un claro principio y final; mismo que se re iniciaba para repetirse una y otra y otra vez.
De la misma manera, nuestros antepasados comenzaron a localizar puntos prominentes en el horizonte que, observados siempre desde el mismo lugar, hacían las veces de marcadores calendáricos en el paisaje mismo: Lugares significativos en la lejanía y que eran justo por donde surgían los astros en fechas particularmente especiales. Estos sitios de observación se encontraban por lo general en lo alto de las montañas u alguna otra prominencia geográfica.
En plena ciudad de México aun encontramos uno de estos sitios: El cerro de Xochitepec, en Xochimilco.
En la cima de este cerro se encuentra una Cruz Monumental que, año tras año y desde hace poco más de un siglo, es celebrada por los pobladores a inicios del mes de mayo… Pero otra celebración, mucho más antigua que la anterior también es llevada acabo en esta cumbre ¡y quizá desde hace más de un milenio!: La observación de la salida del sol en el solsticio de Invierno.
En este sitio, año tras año en el amanecer del día más corto del año, varias decenas de personas ascienden desde la madruga para ver salir el sol por uno de los puntos más prominentes y simbólicos del horizonte: ¡La cima del volcán Popocatépetl!.
Estos visitantes llegan por muy distintas razones aunque si bien el factor de reunión gira en torno a la "celebración del solsticio", los motivos personales pueden ser de lo más variopintos y discurrir entre "cargarse de energía", hasta el promover "el rescate de las tradiciones de nuestros antepasados". Así podemos encontrar desde grupos "New-Age”, hasta devotos de la "Mexicaneidad" mezclados entre los habitantes del pueblo que todavía acuden a esta tradicional y antiquísima cita "con su cerro"
Todas estas personas se congregan en la cúspide del Xochitepec y al rededor de la Cruz Monumental en donde según testimonios de las personas mas longevas del pueblo, hasta hace unas cuantas décadas, aun subsistían ahí los restos de una vetusta pirámide.
Curiosamente, a unos cuantos metros del aglomerado punto de reunión que representa dicha Cruz, se encuentra una roca que pasa totalmente desapercibida por prácticamente todas las personas… Esta roca tiene una relevancia muy significativa que a mi, en lo personal, me remite a las famosas piedras "intihuatanas" de la civilización incaica y que tenían como finalidad el "amarrar al sol", para evitar que este siguiera su curso hacia la noche eterna y así, traerlo de vuelta para dar continuidad a los ciclos de la naturaleza.
La experiencia de observar el solsticio de Invierno desde esta roca y el "oculto secreto" que encierra en su particular forma y ubicación, lo podrán vivir plenamente en el video que acompaña este artículo… Peo por ahora, y a manera de conclusión, solo me resta el hacer la siguiente invitación: Como habitantes de esta gran CDMX en plena era digital, prácticamente ya no observamos el cielo para saber en qué fecha nos encontramos… Sin embargo, quizá valiera la pena el despertarnos algún día un par de horas antes de lo habitual… Conducir hasta Xochimilco y subir el cerro de Xochitepec (en la madrugada, son solo 5 minutos desde el Periférico hasta la iglesia del pueblo y otros 30 minutos de subida a pié), llegar a la cúspide y sentarnos a esperar el amanecer… Quizá para "cargarnos de energía" o para "revivir las enseñanzas de nuestros antepasados"… Cualquier "pretexto" es bueno por el puro gusto de ver salir el sol.
Un último comentario respecto a la pérdida de nuestro patrimonio:
A manera de complemento de este texto quisiera comentar que, tal y como podrán ver en el video que acompaña esta publicación, muchas veces algunos (¡recalco!, "algunos") miembros de estos llamados grupos de la "Mexicaneidad" y similares, que por "tradición" luchan por "rescatar nuestro pasado", en realidad están integrados por personas con mínimos conocimientos "reales" en torno a aquello que "intentan proteger". Menciono esto porque en varias ocasiones he sido testigo de como estas personas para realizar sus danzas, ritos y ceremonias, alteran los sitios en los que las ejecutan, destruyendo en su ignorancia los restos materiales de la cultura de sus antepasados.
En el Monte Tláloc, por ejemplo, gran parte de los restos del monumental templo ubicado en la cúspide (el más grande y a mayor altura en toda mesoamérica) han sido alterados y la información arqueología perdida irremediablemente por estos grupos que "acondicionan el espacio para efectuar sus actividades".
Así, en el video que acompaña a estas lineas, podrán ver a uno de estos personajes que, según me comentó personalmente fuera de cuadro, "hace este ritual para conservar la memoria de sus antepasados"…
¡Ajá. Si, claro!… Pero lo hace trepando a esta singular roca, pisando, desgastando y a la larga destruyendo ese mismo pasado que con tanto orgullo dice proteger!. Si esta persona conociera realmente el significado de dicha roca… haría cualquier cosa, menos subirse a ella.
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