El arte mexicano contemporáneo es un campo escabroso. Además, es importante decir que no es –para nada– homogéneo. Al contrario, como México mismo, deslumbra por su inmensa diversidad. Y el arte que se atreve a dialogar sobre identidad mexicana, tampoco podría ser guardado con soltura en la misma carpeta.
Tal vez lo que comparte es un tono francamente irreverente; incluso un poco molesto. Pero es posible pensar que todo arte que es abiertamente crítico de sus referentes, viene del enojo. Y es justo. Esto no significa, sin embargo, que el resultado sea la pura molestia o puerta cerrada. El arte plantea la posibilidad de imaginarnos distintos y poner en duda las figuras que ya representamos.
La identidad mexicana, que hemos descrito como diversa (ya más de una vez), sigue guardándose pequeñas anclas, clichés, si se prefiere. Y es importante remixearlos. Lo que vale la pena, afrontará los cuestionamientos con elegancia, se transformará y ampliara. Lo que ya no nos sirve, terminará disolviéndose frente a lo contemporáneo.
Te presentamos 5 brillantes ejemplos en el arte mexicano, que se dedican a preguntar sobre la identidad y dar respuestas insospechadas. Te invitamos a verlos con ojo crítico, pues afortunadamente, sobre la identidad mexicana, nadie tiene la respuesta.
Las masculinidades rosas de Fabian Cháirez
Si se hiciera una encuesta a todos los mexicanos, notaríamos que muchos de los planteamientos que popularmente nos parecen políticamente correctos no los compartimos todos. Lo que suena más alto, no es siempre una postura "democrática".
En asuntos de género y sexulidad, los útlimos años han visto un "giro paradigmático"; pero en el día a día mexicano, las nuevas masculinidades y feminidades siguen formando parte de pequeños círculos. No se trata tampoco de homogeneizar lo que es disidente, pero sí de seguirlo trazando.
Fabián Cháirez es un artista chiapaneco que reutiliza iconografía mexicana para hablar sobre la sensualidad y sexualidad en las figuras masculinas. En un país donde es cliché ver mujeres desnudas en los calendarios, este sujeto replantea el cuerpo como un objeto de deseo, que puede serlo sin seguir lo establecido para su figura.
Mexicano de Dorian López
Este proyecto sorprendió y encantó a muchos. Con la serie de fotografías López se dedicó a desarticular la idea de belleza genérica, argumentando que existen otras formas en que esta se manifiesta, en su caso, en los cuerpos mestizos. Su premisa es que hay mexicanos bellísimos y sus atributos son "resultado del mestizaje". Delicadas combinaciones culturales y genéticas suman en un grupo cultural hermoso, que se distingue por la diferencia.
Es interesante que, a pesar de la inmensa diversidad mexicana, seguimos siendo representados con los rasgos exagerados y caricaturizados de una figura que, francamente, no encuentra su original aquí.
El naturalismo erótico de Daniel Lezama
Polémico, porque su naturalismo es crudo. Sus figuras desnudas retoman mitos nacionalistas e indigenistas y los destrozan, al conjugarlos con relatos dramáticos de la calle, crimen, pobreza y la violencia. Su erotismo incomoda, porque transgrede nuestros gustos oficiales.
Él mismo ha declarado que su labor artística es ponernos en frente lo que no está a la vista (en otras palabras, lo que decidimos no ver), porque se nos olvida y alguien tiene que hacernos recordar.
Tierra y libertad de Iván Puig
Este tipo es puro ingenio. Le encantan los juegos de palabras y, le gusta aún más traducirlos a complejas máquinas o instalaciones. Este ejemplo es fantástico. En Tierra y libertad, Puig expone lo absurdo que resulta el contraste entre las políticas mexicanas sobre el derecho a la tierra y lo que efectivamente pasa.
Jugando de forma casi cruel con el lema zapatista, el artista nos recuerda que aún la tierra en México no es de quien la trabaja, a pesar de la Revolución y otras tantas luchas. La tierra es un bien comercial que da de comer, pero no es procurada como fuente de vida. Su pieza consta de dos máquinas. Una reparte tierra y la otra la embolsa, para dar con el paquete de 25 gramos que reza "TIERRA Y LIBERTAD".
Resonar a cargo de Israel Martínez
Martínez es tapatío y en 2016 coordinó a un grupo de artistas para generar una complejísima pieza audiovisual que habla sobre lo mexicano. El proyecto que se llevó a cabo en el Centro de Cultura Digital quería generar una obra colectiva y usando formatos múltiples. En ella se ensambla una narración sobre la Ciudad de México. En lugar de trazar estrictamente un plano positivo o negativo, se dedicaron a contar la vida, con honestidad. La ciudad es el complejo tránsito, la gentrificación, la lucha de clases y culturas y, por supuesto, la muerte. México no es una línea, es un conjunto de inesperadas convergencias en un plano fragmentado. Ellos se atrevieron a describir su experiencia de vida.