Hacer turismo y viajar no son la misma cosa. El primero es un ejercicio definido por una fuerza determinada, por las ganas de consumir, de hacerse del mundo. El segundo es una urgencia que se manifiesta de forma dispersa, que puede surgir en cualquier momento, que igual aparece mientras uno está sentado en el sillón de la casa, husmeando las siluetas de los vecinos; en la calle mientras el humo de las taquerías es disipado por la lluvia helada, o mientras observa cómo se pone el Sol en alguna costa del mar de Cortés.
Viajar es alejarse de lo que uno cree y dejar que la realidad que lo circunda lo lleve a lugares absolutamente insospechados, que aunque uno supone que conoce bien, siempre se guardan secretos que solo le susurran a quien está dispuesto a escuchar algo distinto. Turistear es otro asunto, tiene que ver con ir por sitios construidos para hacerte sentir a gusto, que no te retan, que te esperan con "los brazos abiertos", pero que no necesariamente te abrazan. Te reciben a ti, como reciben a cualquiera y tú solo los consumes.
Y claro, México está abierto al turismo definido como actividad de consumo. Sobre todo porque nuestras prácticas de turismo aportan casi el 9% del PIB nacional y genera millones de empleos. Pero, sí, como casi cualquier producto de consumo, el tipo de turismo que en México es popular, está definido por la demanda. Y debemos decir que esta definición nos deja que desear. El turismo se está volviendo una fuente inmensa de contaminación, de producción de basura, depredación de recursos naturales y comercio injusto.
Así, somos los que viajamos los que tenemos que cambiar la jugada. Dejar de pensar que México es un territorio que simplemente se conoce y pensar que en realidad es un sitio por comprender (abrazar, entender y sentir).
Te dejamos 5 diferencias entre turistas y viajeros. Tú decide cómo quieres recorrer nuestro país.
¿Conquistador o conquistado?
Dicen que México no podría ser si no fuera por la Conquista. Probablemente sea cierto, sin embargo, sin embargo el mestizaje que de ese evento brutal devino, nos ha transformado en un territorio indómito, en una tierra que se desiste a cualquier definición.
Así, quien es turista quiere conquistar, quiere hacer del espacio uno propio, quiere llevarse consigo souvenirs y retratos. El viajero, en cambio, se permite ser conquistado, deja que el terreno lo desarme, que la gente y sus tradiciones místicas y terrenales, le arranquen la guardia y lo hagan repensar toda certeza.
¿Buscas encontrarte lo que ya conoces o perderte en lo desconocido?
El turista quiere desplazarse por el mundo, manteniendo las condiciones, las comodidades y las garantías que ya conoce. Quiere que las cosas estén acomodadas a su manera, que la gente con la que se encuentra hable su mismo idioma, que la comida cumpla las expectativas de su paladar.
Pero ¿sabías que en México, además de español se hablan más de 64 lenguas indígenas, que además tienen alrededor de 3 variaciones cada una? ¿Y que se come de todo, porque en el inacabable abanico de climas y paisajes de nuestro país brotan toda clase de delicias? México no va a poder evitar sorprenderte. Por eso los viajeros se dejan llevar por lo desconocido, prueban todo lo que se les ofrece y se prestan a aprender nuevas formas de narrar y mirar el mundo que los rodea.
¿Buscas satisfacción o quieres encontrarte contigo mismo?
Es un simple turista el que busca satisfacción. Por eso el turista demanda lo que quiere y a veces abusa de la confianza de sus anfitriones o no respeta las libertades que le regala un espacio. El turista es el que en las calles tira basura. El que no se preocupa si ha dañado el patrimonio de otra persona. O si se está hospedando en un sitio que ha deforestado, que contamina las aguas o paga injustamente a sus empleados. El turista es el que regatea.
El viajero, por otro lado, es quien, en la incertidumbre, espera encontrarse consigo mismo. El viajero escucha al lugar, su canto natural, las historias de su gente, sus necesidades, el que se presta a encontrarse viviendo como otro, para aprehender durante su vida todos los mundos que le sean posible. Por eso el viajero prefiere las alternativas sustentables, comunitarias y justas. Por eso el viajero se informa, hace preguntas, busca maneras distintas de hacer y disfruta de la sorpresa, a veces insatisfactoria de no estar cómodo, pero aprender a acomodarse, de una forma nueva.
¿Buscas un México ya narrado o te quieres dejar transformar por nuestro vibrante país?
Los turistas viajan en búsqueda de un México ya narrado, uno que les sugiere la historia, las instituciones, los medios y la publicidad. El turista viaja por la foto, por documentar que estuvo en los sitios consagrados. Por eso busca los centros de folclore, donde la cultura es la repetición mecánica de una simulación sobre el pasado, hecha en realidad solo, para satisfacer al turismo.
El viajero, en cambio, descubre algo nuevo a cada paso. El viajero está dispuesto a desbaratar cualquier prejuicio y dejarse transformar por cada rincón de nuestro país, sin importar que sea o no un sitio relevante para las otras voces. El viajero se abre o toda clase de texturas y colores. Y no le tiene miedo a enfrentarse con las vibrantes expresiones que les son ajenas. El viajero sabe que el mundo entero le es ajeno y que su labor es, respetuosamente, revelarlo.
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*Fotografías: Destacada: ??????? ???????-modificada por Más de México; Interior: Flor Garduño