Estilizados como pocos animales, los flamencos son una metáfora animada de la elegancia. Sus largos cuellos, extensas patas, pelaje suave, y andar con gracia, los han vuelto ícono de la distinción. Por su parte los flamencos rosados son especialmente apreciados como un espectáculo por su colorido en contraste con la natura.
Los flamencos rosados, gregarios como lo es su especie, se congregan y entonces generan ambientes de contrastes poco usuales (en grupos de unos 500 ejemplares).
En la Reserva de la Biosfera Ría Celestún en los estados de Campeche y Yucatán se genera una combinación de estuario, manglar y playa costera; y en su suelo fangoso se produce un pequeño crustáceo (Phoenicopterus ruber) el cual es precisamente el alimento del flamenco rosado y el que genera su hermoso tono.
Este lugar, una de las Reservas más biodiversas de todo México, es el único hogar del flamenco rosa de todo el hemisferio norte del continente americano. Se le conoce como una gran reserva de humedales costeros; aquí el agua dulce de la ría (estuario) se mezcla con el agua salada del Golfo de México. Además de los flamencos (aves monógamas y sociales como pocas otras), el lugar es también hogar de más de 300 aves.